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¿A QUIEN LE DICES FANTASMA?

BAILE Y COCHINO.-

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

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De izquierda a derecha, los participantes en el saqueo descarado a Coahuila: el extesorero Ismael Ramor, el exgobernador Rubén Moreira y la ex de Obras Públicas, María Esther Monsiváis.

El lunes por la mañana amanecimos con una nota que más tenía el tufo de buscapiés, según ella, la titular de la Secretaría de Fiscalización Teresa Guajardo Berlanga habría declarado que cuando ella llegó a hacerse cargo de esta dependencia como parte de la gestión del gobernador Miguel Ángel Riquelme Solís, no habría encontrado ninguna investigación en curso, ninguna denuncia, ningún procedimiento, vamos ni siquiera un expediente o unos recortes de periódico, en torno a uno de los más sonados casos de corrupción del sexenio pasado, el de las empresas fantasma que proveían de absolutamente todo a la Secretaría de Infraestructura, al menos eso es lo que decían las facturas que eran religiosamente pagadas por la Secretaría de Finanzas, sin que mediara en las múltiples operaciones ni concursos, ni licitaciones, ni comprobaciones de entrega de materiales, ni que la empresa estuviera en el padrón de proveedores de la administración pública, ni nada.

La nota nos llegó por el milagrito mentiroso del whatsup, traía incluso una pretendida nomenclatura periodística, pero no un vínculo activo, que como usted sabe mejor que yo que tengo la mitad de la vida en la prehistoria, es un requisito obligado en estos tiempos electrónicos que corren. Así que nos pusimos a buscar la nota, y por más que hicimos no la encontramos, con lo que no sabemos para variar, si la tecnología nos jugó una mala pasada, o si como dijimos al inicio, se trató de un buscapiés dirigido quien sabe contra quien, o si fue un zape propinado en la cabeza colectiva para que reaccionáramos después del puente Halloween, Muertos y todos los Santos, para ocuparnos de un asunto que ha caído en el olvido, el de que la gran favorita del régimen anterior, María Esther Monsiváis, se sirvió con la cuchara grande de cuanto presupuesto de las dependencias estatales pudiera ponerle el ojo encima, asustando con el petate del muerto a sus encargados, de que si no hacían lo que les ordenaba (así con esas palabras),  se lo iba a contar al entonces gobernador Rubén Moreira Valdés, y entonces sí, a ver a quien le hacían más caso, si al chismoso que ponía en duda la honestidad y la virtud de Malucha, o a quien sabía hacerle piojito al piojote.

Pero fuera llamarada de petate, nota fabricada, buscapiés, o lo que sea, la cosa es que tuvo el impacto deseado, y es que la gente a la que le llegó comenzó a preguntarse de hecho ¿bueno, y qué pasó con aquello de las empresas fantasma a las que Malucha le compraba con la misma singular alegría que el gobernador ordenaba pagar las facturas?, y es allí donde poniendo palabras dichas, o no dichas, por la secretaria de fiscalización, el asunto habría caído en una laguna de olvido, que la hacía parecer sospechosamente a evidencia de complicidad, ya que nadie arriesga el pellejo por encubrir raterías del pasado ¿o sí?

Lo que hace sospechar de todo el enredo este de la publicación, y de lo que tiene de fondo, es que, pongamos que efectivamente María Teresa Guajardo no encontró nada en torno a las empresas fantasma, a ella, bueno a la dependencia que se sacó en la rifa, le tocaría la mera parte administrativa, porque la otra, la penal le correspondería a la Fiscalía General, el seguimiento contable a la Auditoría Superior, y así por el estilo, no es un asunto de una sola área, sino de cuatro o cinco, justo las que se necesitan para jugar el luego de aventarse la pelotita los unos a los otros.

Pero la pregunta importante es ¿y si no encontró nada, porque se esperó un año, bueno, once meses, para señalar el faltante de información, la desaparición de expedientes, el ocultamiento, la inacción y otros veinte delitos?, ¿será porque recibió instrucción de no hacer y decir nada?, ¿será que apenas está organizando su escritorio para poder decir qué es lo que encontró y no encontró?, la cuestión importa porque ese, el de las empresas fantasma, es uno de los casos más importantes de un sexenio caracterizado por la corrupción, resolver lo de la Malucha serviría para conocer un modus operandi que fue el exitoso esquema de saqueo de los presupuestos, desde obras públicas hasta la compra de medicamentos, pasando por los contratos del DIF para la instalación del arbolito de navidad, los desfiles de fin de año y demás.

Ahora sí que haciendo un poco de ingeniería inversa, sería bastante fácil localizar los cinco, quizá diez, pero no muchos más, proveedores genéricos de la administración pública anterior, genéricos porque podían facturar lo que fuera, desayunos escolares, útiles, vehículos, servicios de cómputo, juegos infantiles, lo que pudiera imaginarse. Ya con los nombres y echándoles el guante, saldría la relación con el poder, de donde se podría armar el caso… si se quisiera armar el caso.

Por una vez, que bueno que alguien está usando las redes sociales para poner el dedo sobre lo que todo el mundo deberíamos tener la atención y la presión de la sociedad sobre las dependencias encargadas de la resolución de los casos que se quedaron pendientes del sexenio anterior.

Que por cierto, nos topamos con una nota del 17 de noviembre del 2016, en que el cinicazo de Rubén Moreira declara que el Estado está haciendo lo que le corresponde respecto de las empresas fantasma, consistentes básicamente en no hacer nada, porque lo que se supone estaban haciendo era esperar que la Procuraduría General de la República, la tortuga por antonomasia, junto con el Sistema de Administración Tributaria, concluyeran una investigación que estaban, según haciendo, sobre los tales negocitos de su Maluchis.

Una vez que estas entidades federales dijeran lo que tuvieran que decir, tampoco mayor cosa porque si no había denuncia estatal ¿Por qué la tendría que haber federal?, entonces y solo entonces, la maquinaria enmohecida de la burocracia estatal bajo sus entonces órdenes, movería el dedo.

Dos años después, no hay nada, ni denuncia, ni reporte de auditoría, ni expediente, y con suerte, con suerte para los delincuentes, el delito ya habría prescrito.

Pero a como son las cosas, como la tifoidea, al rato regresa lo de las empresas fantasma, con un poco de suerte, para perseguirlos, y si no, téngalo por seguro, para seguir haciendo negocios con cargo a la administración pública, que siempre se la ingenian para colarse a cambio de una corta feria, que no tiene nada de corta.

La recomendación es que no haga caso de los chismes, pero úselos, porque sin ellos nos van a seguir viendo la cara.

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