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LA 38: AMPARADOS Y DESAMPARADOS

BAILE Y COCHINO.-

Por: Horacio Cárdenas Zardoni.-

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Sería interesante, más bien por curiosidad antropológica y sociológica, que por el efecto que pudiera tener en modificar la manera en la que en este bizarro país nuestro se norman las relaciones laborales, averiguar ¿Cómo, cuándo, por qué el sistema de protección social de la Sección 38 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, uno que en algún momento fuera calificado como de los más ventajosos para sus agremiados, terminó por convertirse en su peor enemigo?

Regresándonos un poco a los orígenes, uno de los máximos logros de la revolución institucionalizada, y de su inclusión en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos como ley, quedó establecido que todo trabajador debería, como producto de su actividad productiva, quedar inscrito y recibir los beneficios de los sistemas asistenciales que se crearon a escala nacional. Así de simple, y también así de complicado, ni un solo mexicano que se desempeñara en el mercado laboral, debería quedar desprotegido, lo mismo que ningún ciudadano debería quedar desamparado de los sistemas asistenciales no asociados al trabajo, México se visionaba como un mundo ideal, en el que como en el emblema original del Seguro Social, la madre velaba por el hijo y el águila de la Patria velaba sobre ambos. Ya luego entenderse de los costos resultó otro cuento, y peor cuando a esos costos se le agrega la corrupción política, endémica en el país, y entonces la mejor de las intenciones, sin exagerar, se fue por el caño, y si a alguien ofende esta expresión, nomás pregunte la opinión que sobre los servicios asistenciales tienen los derechohabientes.

Ah, pero como soñar no cuesta nada, hubo sectores de la administración pública, de la sociedad civil y del ámbito empresarial, donde pensaron que sí, a lo mejor el IMSS y el ISSSTE estaban muy bien, pero ellos podían aspirar a algo superior, escapar a la parte burocrática y a la atención masiva, a un trato más personalizado, yo que sé, la ley lo que hacía era fijar los mínimos, y de allí podían desplantar hasta donde cada entidad quisiera. Así nacieron los servicios de salud de las fuerzas armadas, que por supuesto que tenían su razón de ser, después de todo los padecimientos de los militares pueden ser mucho más severos y específicos que los de la población en general, pero también los de PEMEX, los de Ferrocarriles, y hasta los del sector educativo, como el de la Sección 38.

Quizá hubo una buena intención de principio, que los profesores pudieran recibir la mejor atención médica posible, ellos y sus familiares, una que estuviera por sobre la que pudiera ofrecer el ISSSTE o el seguro, pues en algún momento se encontraron en posibilidad de cargarse a uno u otro sistema, pero junto con la buena intención nació también la ambición de hacer negocio con el manejo de los recursos que entre los profes y demás trabajadores de la educación aportaban, a lo que se agregaba la parte del patrón, en este caso el gobierno, al que además podían de vez en cuando sacarle todavía más dinero que el pactado.

De entre los que hoy andan penando, hay quienes recuerdan cuando en las clínicas del Magisterio atendían los mejores médicos de la ciudad, bueno, a como son estos profesionales, los mismos que se podía uno encontrar en el Seguro, en el ISSSTE o en su consulta privada, pero con la ventaja de que en la 38 daban a sus pacientes un trato más amable y humano que el de la medicina oficial, aunque por supuesto inferior al de sus consultorios. Además había la posibilidad de lograr la atención subrogada a padecimientos para los que no hubiera médico de planta en la clínica, además siendo como somos en el pueblo, no eran pocos los que preferían ir con su doctor familiar, el de confianza, y luego iban a que les reescribieran las recetas, para que se las surtieran en la farmacia de allí mismo, algo que no les gustaba en la clínica, pero se ahorraban la consulta, aunque se quedaran entrincados porque recetaban fuera de lo que comenzaba a manejarse ya como cuadro básico, pero todavía con medicinas de patente, nada de genéricos…

Hoy todo eso se acabó. Sería difícil, aunque no imposible pero sí escasamente inútil como no fuera para torturarse, establecer parámetros de comparación entre los servicios asistenciales. Antes, con determinado puntaje en cuanto a calidad de la atención médica, medicamentos, equipamiento, instalaciones, la 38 estaba mejor que el Seguro y que el ISSSTE, hoy estos con todos sus defectos, están por arriba de aquellos, ¿y qué se puede hacer?, muy poco.

El problema de los derechohabientes de la Sección 38 es que están atados, encadenados, engrilletados a una entidad a la que antes le podían agradecer la conservación y recuperación de la salud, y hoy es responsable de que ni mejoren y hasta de que pierdan la vida, si de eso dependiera, pues la enorme mayoría de los derechohabientes ha optado por ir a atenderse hasta en las farmacias similares, con preferencia a la clínica que siguen manteniendo los trabajadores en activo, y a la que cotizaron los jubilados por décadas para que les siguiera prestando servicios de calidad, no como los actuales.

En la relación entre los trabajadores y el servicio médico que pertenece al sindicato, se ha llegado a lo impensable, trabajadores en activo se han comenzado a sumar a los jubilados y pensionados, a fin de echar para atrás por la vía legal, reformas a la legislación que los perjudican en lo económico, en los derechos que tenían y ejercían, y en general en la protección que podían esperar de su sistema asistencial, que, recordemos, generaciones anteriores de trabajadores eligieron con preferencia a los nacionales porque era superior a ellos, y hoy está muy por debajo, sin perspectivas de remedio en el corto o mediano plazo.

Abstrayéndonos un poco de lo inmediato, es de llamar la atención como, el sindicato que se supone que está allí para garantizar las mejores condiciones de vida y trabajo para sus agremiados, se ha transformado en su enemigo, pichicateándoles los servicios, subiéndoles las cuotas, cobrándolas más allá de la jubilación, entre otras lindezas que serían escandalosamente inexplicables, hasta que nos topamos con la realidad de que el sindicato está para enriquecer a sus líderes, no para algo o nada que tenga que ver con los profesores que lo sostienen con sus cuotas. Lo nunca visto, andan los profesores esperando que la Suprema Corte les haga una justicia que sus propios colegas de su propio sindicato no están dispuestos a otorgarles, pese a que, según, son de los mismos.

Si lo única tabla de salvación para la gente en todo este entuerto es que el servicio médico de la 38, el seguro del maestro, el fondo de vivienda, todo, termine de hundirse, y que pasen al ISSSTE o al IMSS los trabajadores y jubilados, por lo menos allí obtendrán una medicina masiva, pero eso es mejor que nada que es lo que tienen hoy. Pero claro, los dirigentes no están dispuestos a soltar ni lo poco que queda, ni las cuotas que siguen entrando, y aunque huelen que el fallo del tribunal será en su contra, lo robado, perdón, lo bailado de recursos no hay quien se los pueda quitar.

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