Señor presidente ¡El conservador eres tú!

HEREJÍA POLÍTICA.-

Escribe: Luis Enríquez.-

Desde tiempos remotos, la mujer mexicana ha tenido una azarosa, violenta y forzada lucha en la conquista de sus derechos igualitarios. En épocas de la revolución, las Admiradoras de Juárez iniciaron el movimiento a fuego y garrotazos, para conseguir lo que es ahora el derecho a votar de la mujer en México. La lucha siempre fue causa de críticas, burlas y estigmas. En ese entonces la mujer era una herramienta de cocina, una nana, un adorno; sólo una triste y acallada compañera, tan sólo una parte ornamental y transitoria de la existencia del ser humano.
La lucha empezó a tener frutos en 1917. Pero, aunque en la Carta Magna se estableció que:

«todo individuo gozará de las garantías que otorga esta constitución…»

…en la práctica eso no incluyó a las mujeres, reconociéndoles solamente algunos derechos y libertades, para nada importantes. Se discutió si debía incluirse el derecho al voto de las mujeres y se decidió no hacerlo porque:

“En el estado en que se encuentra nuestra sociedad, la actividad de la mujer no ha salido del círculo de actividades domésticas”

…en cambio, se señaló adicionalmente el siguiente párrafo, algo hiriente para la mujer moderna:

“Las mujeres no sienten la necesidad de participar en los asuntos públicos, como lo demuestra la falta de todo movimiento colectivo en este sentido, solamente algunas mujeres excepcionales podrían estar interesadas y como no era posible distinguirlas lo más adecuado era excluirlas a todas.”

Así, fue que hasta 1953, bajo el gobierno del presidente Miguel Alemán, se decidió dar plenitud a la mujer en la vida política del país. Después en 1974, tres decretos presidenciales fueron inscritos por el Congreso de la Unión, dando igualdad a la mujer en cuestiones legales, de libertad y de trabajo.

 
Pero ninguno de estos logros fue a base de opiniones pacifistas, ni mucho menos de solicitudes cordiales. La mujer, a lo largo de su historia, obtuvo sus derechos por medio de gritos ensangrentados y furiosas protestas.

 
Ahora, los tiempos han cambiado, y con ello el movimiento. La mujer posee igualdad en cuanto a política, trabajo y justicia; pero aún carece de leyes que protejan sus desventajas de fuerza bruta ante los hombres criminales. Es por ello que las protestas de las feministas han arrancado, otra vez, a lo largo del país.

 
Adentrándonos un poco en la historia actual, cabe recordar que López Obrador incitó las trifulcas y la violencia en el inicio del movimiento feminista, pues éste tuvo su raíz en varias universidades autónomas, entre ellas la UNAM, de las cuáles el Peje conserva un grave recelo, pues la palabra Autonomía es una grosería en su vocabulario. Para él, que una institución pública posea capacidades autónomas, es simplemente inaceptable.
La protesta universitaria se desató el pasado 24 de octubre en la sede de Cuautitlán, en el Estado de México. En ese entonces, un grupo de manifestantes marchó para pedir que se atendieran las 77 denuncias registradas en esa entidad contra profesores y alumnos señalados de acoso sexual. En pocas horas, la manifestación se convirtió en una huelga que desató, a su vez, tomas de otras facultades con demandas similares. Después de esto, las protestas se fueron desperdigando por todas las universidades autónomas del país. Grupos de choque enviados por el gobierno federal se mezclaron entre las feministas, y comenzaron los actos de vandalismo, destrozos y agresiones físicas contra jóvenes universitarios.

 
Todo iba bien para el presidente. El movimiento feminista tomaba el caudal que él quería, y la violencia se enfocaba en las instituciones que él tanto odia. Pero la ecuación presidencial no estaba bien estructurada: los asesinatos de Ingrid y Fátima alteraron el resultado, causaron un revuelo exorbitante en todos los ámbitos de la nación. La primera, joven de 25 años, fue asesinada y destazada por su pareja; Fátima, de tan sólo 7 años, fue violada y raptada al salir de su escuela de primaria.

 
Los hechos violentos desencadenaron una serie de protestas, que el Peje estaba contentísimo de observar, pues una de ellas era en las instituciones del periódico El Reforma (principal enemigo de la 4T), que había publicado algunas fotos de nota roja de una de las asesinadas. Pero cuál fue la sorpresa de López Obrador cuando, en el día de la protesta, ésta inicia su ataque fuera de la oficina presidencial. Consternación total. Las feministas eran tantas que sus grupos de choque se vieron diseminados y disminuidos entre la multitud. Ya no eran centenares protestando en las universidades, sino miles, quemando banderas en las afueras de Palacio Nacional. Así, el presidente aprendió, de mala manera, que con las mujeres no se juega.

 
Féminas de todo el país han llamado a Paro Nacional para este 9 de marzo. A raíz de este movimiento el gobierno federal actuó con la perversidad que le caracteriza; recriminó las protestas y ha usado su poderosa arma en redes sociales, los ‘Chairobots’, para atacar el movimiento. Pero es demasiado tarde. El presidente Lopez Obrador pierde la jurisdicción en cuestiones de Libertad.

 
La cereza del pastel se dio hace dos días por la tarde, cuando la primera dama y esposa de Andrés Manuel decidió, como era su derecho, unirse a la protesta de las mujeres. Pero los ‘Chairos’ tenían ya un cometido: achacar el movimiento a los ‘conservadores’.
Cuando López Obrador supo lo que había hecho su mujer, sobresaltó de rabia y le ordenó de inmediato publicar en redes sociales una imagen como opositora de dicho movimiento, pues éste era «un acto de los neoliberales y conservadores».

 
No sé ustedes, pero para mí, el conservador es el presidente. Porque de no ser así, no tendría ni la más remota posibilidad de mandar sobre su esposa.

 
La primera dama es una mujer letrada, preparada, pensante; pero sometida, por las decisiones, por lo visto poco inteligentes, de su tiránico esposo.

 
Señor presidente ¡El conservador eres tú!