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A ESO SE LE LLAMA TRAICIÓN

BAILE Y COCHINO.-

Por Horacio Cárdenas.-


No cabe duda de que las crisis sacan lo mejor de las personas, las que tienen algo bueno en su interior, pero también lo malo, de aquellos que nomás están a la espera de la menor oportunidad para revelarse en toda su mezquindad, y si la ocasión se les presenta, su capacidad de causar daño a quien sea y a todos.


Benditas redes sociales, les llama el presidente Andrés Manuel López Obrador, a los canales que las Tecnologías de Información y Comunicación han abierto a los individuos, los grupos y la sociedad entera para comunicar hechos y situaciones que de otra manera, a la antigüita, hubieran tenido que transmitirse de boca en boca, que algunas personas, en diversas épocas, han dicho que es más rápido que el fuego en una llanura, o que un poco más lento, llegue un comunicador a dar fe de los hechos, a tratar de encontrarles coherencia, ubicarlos en un contexto, si se puede interpretarlos, y ahora sí, proceder a ofrecerlos en una forma más comprensible para todos. Respecto de la pandemia del coronavirus, que ha involucrado en muy pocos meses a prácticamente la totalidad de los habitantes del planeta, son muchas las historias individuales que constituyen en su conjunto la realidad de nuestra especie en un momento crucial de su devenir. A través de las redes sociales hemos podido atestiguar actos verdaderamente heroicos llevados a cabo desinteresada o sacrificadamente por el personal de los servicios de salud en una gran variedad de países, gente que por vocación y por formación han vivido siempre volcados hacia los demás, pero cuya labor por lo general se esconde tras los muros de hospitales y clínicas, de repente sale a la luz pública, no para buscar un aplauso o mínimo reconocimiento, sino porque llegado el momento, la sociedad entera los ofrece en modesto pago a lo que hacen, intentan hacer por ella, en no pocas ocasiones a costa de su propia salud y hasta de su existencia misma.


Personal de salud, a quienes muchas veces se ha acusado de fríos y deshumanizados, han demostrado en miles de casos de lo que son capaces: de abandonar la seguridad de su hogar, de dejar a su propia familia, de olvidarse de cosas tan mundanas como el horario de trabajo, los días de descanso, sacando energía nadie se explica de donde, para doblar, triplicar turnos, o simplemente para permanecer en el hospital todo el tiempo que se necesite, que es mucho. Las fotos de médicos y enfermeros al retirarse las máscaras de protección que usan, allí donde las hay, son medallas de reconocimiento que les durarán siempre, esas marcas en los rostros agotados valen más que cualquier premio para portar orgullosamente allí donde vayan.


Hasta aquí hemos hablado de la parte bonita, emotiva y sentimental de la manera en la que el personal de salud ha estado enfrentando la pandemia, demostrando estar a la altura y más allá, y sin exagerar podríamos decir que si como humanidad salimos de esta, se deberá en buena medida al sacrificio de médicos, enfermeras y demás personal sanitario. ¿Pero que me dice de la parte mezquina?, ah, en esta terrible situación pandémica también hay lo suyo, gente de mala entraña de esa que encontramos por todos los caminos de la vida, pero que por la gravedad de la situación y por la atención generalizada a los más mínimos detalles de la evolución del padecimiento a escala mundial, resaltan como pústulas en la piel.


Casos sobran, desde el desprecio que manifiesta cada vez que abre la boca el presidente López Obrador para hablar de una pandemia que califica de invento, pese a los miles de afectados en todo el mundo, él, ¿cómo podía ser de otra forma?, tiene otros datos; sus subordinados cuando hablan de una preparación del sector salud oficial para enfrentar una contingencia grave, que en realidad no existe ni de broma para la operación normal, y casos como el del dizque lidercillo de la Sección XII del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, un tal Alejandro Cantú López, quien a la hora de comentar sobre la noticia que ha dado la vuela al mundo, respecto al contagio de más de treinta trabajadores de la Clínica 7 en Monclova del pernicioso COVID19, lo único que acertó a hacer fue traicionar a la base trabajadora, a sus compañeros médicos y sanitarios, y ponerse de alfombra para que lo pisoteen sus patrones, la poderosa burocracia del Instituto Mexicano del Seguro Social.


Que los médicos, enfermeros, afanadores no tienen la costumbre de lavarse las manos… y que por eso se contagiaron de coronavirus, esa fue la explicación del líder sindical, que si tuviera tantita decencia, tantito apego al juramento hipocrático, un resquicio de sentido de gremio para con los compañeros de trabajo, estaría el primero en las manifestaciones de protesta contra la falta de insumos para la operación de los centros de salud, de equipo mínimo de protección individual del personal médico, de materiales para la higiene del ambiente en donde se atiende a los pacientes diagnosticados y aquellos otros de los que se sospecha que pudieran estar contagiados o portar el virus, en un entorno de sanidad tan laxa, cualquier esfuerzo del personal profesional, pero también de aquel indispensable que mantiene la higiene, resulta insuficiente.


Cantú López ostenta un título de médico, no sabemos si posea alguna especialidad, pero sí podemos decir que es de esos que a la primera oportunidad, se escapan de la chamba diaria para dedicarse a cuestiones más acordes con su pachorrudez, la administración, o la representación sindical, y no porque habiéndose desempeñado tantos más cuantos años en el trabajo cotidiano sientan que han reunido el conocimiento sobre los problemas y cómo darle solución, nada de eso, lo que les urge es dejar la práctica diaria de la profesión que en mala hora eligieron, para ponerse por encima de colegas y compañeros, a los que en realidad desprecian.
Otra vez ¿cómo puede acusar a sus compañeros, tres, cinco diez, treinta, de que no se lavan las manos antes de cada consulta, antes de cada auscultación, antes de entrar a quirófano?, fíjese lo que vamos a decir, en un ambiente estéril, químicamente higienizado, con rayos ultravioleta u otro mecanismo, de esos que hay, los doctores podrían, claro, darse el lujo de no lavarse las manos, ellos, el instrumental, todo, estaría sanitizado como le dicen ahora, pero como no lo está, y además ellos lo saben, y todavía otro además, porque la pandemia del coronavirus está a la orden del día, ¿cree de veras alguien que un médico con una formación académica, más años y más años de experiencia y la comprobación diaria del valor y peso de la higiene, va a omitir la primera de las enseñanzas de la medicina?


¿Qué hay detrás de la declaración del doctorcito Cantú?, mezquindad humana muy de entrada, ninguna conciencia del gremio que buscó representar y traiciona en representar, una descarada actitud de servilismo hacia la dirección del IMSS, de director general para arriba y para abajo, como si Zoe Robledo, Javier Guerrero, el mismo superdelegado Reyes Flores hicieran a este burócrata sindical en el planeta, quizá haya otras cosas, envidia, resentimiento, vaya a saber qué, por que internarse en la mente de un traidor, mejor nos abstenemos, por salud mental… y física.

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