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PANDEMIA: LAS FORMAS CORRECTAS Y LAS OTRAS

BAILE Y COCHINO

Por Horacio Cárdenas.-

Podrán decir que no hay punto de comparación, que a quien se le ocurre medir lo que sucede en un estado que sí, es grande en extensión, pero que con trabajos ronda los tres millones de habitantes, con un país que es geográficamente enorme y en el que habitan algo así como 130 millones de ciudadanos. Que además, una cosa es una entidad norteña, fifí, conservadora y neoliberal hasta las cachas de venado, y otra el pueblo bueno y sabio del resto de un país desordenado, inculto, valemadrista, y pobre. Pero por ser odiosas las comparaciones, por eso es obligado hacerlas, en torno al manejo de la pandemia, lo ocurrido en Coahuila es radicalmente distinto de lo sucedido a nivel nacional, quitándole el componente ideológico y partidista, aquí se ha actuado con la cabeza bien fría, mientras que allá en el centro la impresión generalizada es que andan como gallina descabezada.

Desde la decisión inicial, primero se adoptó la suspensión de clases en el sistema educativo estatal y las actividades productivas en territorio coahuilense que a nivel federal, donde todavía el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador recomendaba darse besos, abrazos y mordidas de cachete, salir a divertirse y a comer fuera para apoyar la economía nacional.¿Será que acaso acá un gobierno de un estado con una administración modesta, acorde al tamaño de la población tiene mayor capacidad de previsión de lo que pueda ocurrir, que uno con muchos más recursos para realizar estudios prospectivos y de impacto de una pandemia como la que padecemos?, podríamos decir que esto del coronavirus y la manera en la que lo enfrentamos es como el juego de ajedrez, no es el que mejor domine el juego o la capacidad de maniobra de la administración pública el que gana, sino quien, aceptando que todos cometemos errores sobre todo ante una situación desconocida, cometa menor número de errores, o errores más pequeños. Esto es más o menos lo que ha ocurrido con el COVID 19.

Dos escenas nos dan una pista de lo que está pasando: en una conferencia de prensa de esas que se llaman mañaneras como los tacos y las gorditas, el gobernador del Estado de México aparecía junto a varios funcionarios del gabinete y el propio presidente, y él, Alfredo del Mazo, era el único que portaba tapabocas. La otra escena es parecida, en el evento del Plan de Guadalupe, celebrado no en la Hacienda sino en Palacio Nacional, guardando la sana distancia pandémica y política, aparecía el gobernador Miguel Ángel Riquelme, el presidente López Obrador, y dos militares de uniforme de campaña, nos imaginamos que el secretario de la Defensa uno de ellos, pues bien, el único en portar el indispensable cubrebocas era el mandatario coahuilense, los otros no. Las razones pueden ser las que sean, si el presidente no se planta el tapabocas todos sus subordinados se sienten que tienen que demostrar la misma confianza y fortaleza que él, así se los lleve Pifas, los gobernadores no son tan confiados ni tan arrastrados, además que ¿Quién les dice que está bien “sanitizado” el salón de la Tesorería?, para qué correr riesgos, y de pasada dejar en claro que la mentada inmunidad moral que presumió el Dr. López Gatell que tiene su jefe… vale para una pura y dos con sal, y para que él siga siendo el médico consentido del régimen.

¿Cómo se espera que si el presidente cree que el coronavirus es un invento capitalista se ocupe como se debe de la pandemia, a diferencia de gobernadores, alcaldes y otras personas con responsabilidad sobre distintos grupos de población, que sí creen que es de a de veras?, y allí están las consecuencias. Las cuentas varían día con día, indudablemente, pero una estimación a vuelapluma nos dice que mientras que en Coahuila el índice de letalidad del coronavirus es de alrededor del 7%, a nivel nacional alcanza el 12%, y conste, en nuestro estado ni una sola ocasión se ha hablado de saturación de los hospitales ni de la insuficiencia de camas y respiradores, en tanto que en la Ciudad de México ya no cuentan los hospitales saturados… sino lo que todavía tienen algo de espacio para recibir enfermos. Llámele previsión, llámele planeación, o si usted quiere, suerte o lo que guste, el caso es que proporcionalmente el COVID 19 nos ha pegado menos a los coahuilenses, que en otras partes.

Pero a lo que veníamos, estaba anunciado desde hacía varias semanas, la “jornada nacional de sana distancia”, desde el nombrecito eminentemente político y propagandístico, se terminaba el día 1 de junio, estuviera la otra vacilada, la del semáforo, como estuviera. Y se terminó… con el semáforo en rojo en 31 de las 32 entidades federativas, ¿Qué ocurría mientras en Coahuila? Ah, pues lo lógico, lo responsable, lo disciplinado ante un pacto federal que por momentos se convierte en polvo, era esperar una reconsideración de parte del gobierno federal, que juega como el de Brasil o el de Estados Unidos a llevarle la contra hasta a los consejos de los médicos y epidemiólogos, misma que obviamente no llegó. Así el sábado se emitió el decreto que todos conocemos, de que se prolonga la contingencia sanitaria por un mes más, todo junio, y ya acercándose al final de este, vemos si se sigue o si no.

Coahuila era, lo recordamos, de las entidades más interesadas en la reactivación económica, así lo manifestó el gobernador y otros funcionarios en distintos foros y oportunidades, sí, pero solo de las actividades esenciales, y buscando ante todo que la progresión de los contagios se mantuviera en lo controlado. A nivel nacional el fin de la jornada tiene toda la apariencia de un lavarse las manos por parte del gobierno federal, luego de la pifia del semáforo que querían manejar centralizadamente, contra lo cual protestaron los gobiernos de varios estados, preocupados porque durante esta emergencia las fallas en cuanto a información han sido y continúan siendo flagrantes allá en México, mientras que en lo local se tiene un cierto control y definitivamente mayor confianza de la población en los datos del gobierno estatal.

Y ahora sí que entramos en el terreno de lo bizarro: ¿qué es lo que va a pasar?, sí, porque por un lado está la relajación en las entidades controladas por el partido del presidente López Obrador y en aquellas que no quieran incurrir en su desagrado, y por el otro están las que mantienen un programa mucho más estricto, como es el caso de Coahuila, y de la Región Noreste, donde ha habido acuerdo para que las medidas de control sean paralelas y articuladas. Lo que vemos venir así de entrada es un aumento exponencial en el número de contagios y muertes en los sitios donde se levantaron las restricciones, mientras que en donde se mantienen más pronto que tarde “se aplanará” la famosa curva, el problema entonces radica en la interacción… porque los límites entre estados no son fronteras, y no será nunca fácil poner filtros y establecer cuarentenas a quienes van de un estado controlado a uno descontrolado y de regreso. Todo porque unos se toman la pandemia como anillo al dedo para sus intereses políticos, y otros se ocupan solo de que no se le mueran las personas que gobierna, esa es la mínima diferencia.

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