BAILE Y COCHINO

Por Horacio Cárdenas.-
Suele hablarse de la existencia de un sistema, a nivel familiar, regional, nacional, se piensa que existe una entidad que, manteniéndose al margen de los vaivenes políticos, económicos, ideológicos y hasta ecológicos, entre otros muchos otros, se encarga de que las cosas se conserven estables, esto hasta donde sea posible. El teórico de esto, o bueno uno de ellos, fue Jesús Reyes Heroles, el viejo, quien promovió la apertura del sistema político mexicano a fuerzas que eran ya demasiado grandes para seguirlas tendiendo al margen, se les abrió el congreso, una que otra gubernatura, montón de alcaldías, ¿Qué importaba, si lo verdaderamente relevante era conservar el poder?, décadas después de esta apertura que ocurrió a principios de los setentas, el sistema consideró que había que conceder la alternancia en el poder ejecutivo federal, el omnipotente PRI se reveló entonces como un simple peón en un tablero mucho más grande, se le sacrificó, como luego ocurrió con el Partido Acción Nacional al regresar el Revolucionario Institucional, el membrete era lo de menos, lo que importaba era que “el sistema”, el estado de cosas, siguiera más o menos sin cambio, o con los mínimos indispensables para garantizar la máxima reyesheroliana de cambiar para que todo siga igual.
Cuando los estrategas publicitarios de Felipe Calderón idearon la campaña mediática de que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México, lo que estaban haciendo era un eslogan que cumpliera el objetivo de meterle miedo a la gente, sí, en el 2000, en el 2006, en el 2012 las cosas estaban muy mal en el país, pero era mejor apegarse a lo poco que cada quien tenía, que arriesgarse a perderlo todo con alguien que traía un discurso explosivo. Para el 2018 la nación estaba ya harta de tanta corrupción, de tanta torpeza en la conducción política del país, que de plano decidió castigar a los partidos que ya habían disfrutado, de más, de las mieles del poder político y económico, y entregarlo a quien se promovía como el gran transformador, amparado en una imagen mesiánica de austeridad, de frugalidad. López Obrador representaba una apuesta arriesgada para el sistema, alguien que en más de una ocasión había mandado al diablo a las instituciones, podía significar un riesgo para el status quo, más allá de la capacidad de contención de este. Andrés Manuel, jugando sus fichas con astucia, se las ingenió para dar ante los hombres y mujeres de negocios, la impresión de que no solamente respetaría el clima de negocios, sino que lo fortalecería, ya con esa endeble seguridad, pues no les quedó más que apoyar, sumarse a una ola que amenazaba con aplastar a quien fuera que tratara de oponerse.
Pero nomás ganada la elección y todavía sin ser presidente constitucional, López Obrador se quitó la careta de amigo de los empresarios, el primer golpe fue el del anuncio de la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Sí, jugando al demócrata, armó una consulta de pura vergüenza, en la que el pueblo supuestamente respaldó su decisión de abandonar esa obra, valiendo sorbete el avance que ya llevaba y el gasto realizado, para comenzar de cero en otra ubicación, una elegida al puro trancazo, sin siquiera darse cuenta de que tenía un cerro enfrente de donde estarían las pistas.
¿Cuánto costó, cuanto sigue costando la cancelación del aeropuerto?, puede ponerse cualquier cifra en metálico pero eso sólo es una sombra de la realidad, la decisión impactó tanto que el peso se devaluó, las calificadoras de deuda castigaron al país, y con tal de evitar onerosos juicios que acarrearían un fuerte desprestigio del régimen que todavía no comenzaba, se pagaron indemnizaciones enormes, con lo que en la práctica, entre llevarse el aeropuerto a Santa Lucía y la cancelación del de Texcoco, el caldo saldrá mucho más caro que si hubiera acabado este, con el agravante de que ¿y qué tal si todas las previsiones de que no funcionará se cumplen?
Otro ejemplo del desprecio de López Obrador y de su régimen por el empresariado lo tuvimos con la decisión de cancelar los permisos de operación de la planta de Constellation Brands en Baja California, que sí, el proyecto había sido muy cuestionado, pero eso de, otra vez con una consulta hecha a modo, perjudicar con una pérdida de más de mil quinientos millones de dólares a una transnacional, eso en inversión ya realizada, más las pérdidas en ganancias esperadas.
¿Otro más?, en una de sus giras también por Baja California y Sonora Andrés Manuel dijo que los generadores eólicos afeaban el paisaje, este fue el primer indicio de lo que luego se convirtió en el decreto de garantía, según, de suministro de energía por el sistema eléctrico nacional, o como se llame, mediante el cual el gobierno cancelaba las pruebas y la posterior conexión de las plantas eólicas y solares, para más señas de energías limpias, al sistema eléctrico, dizque porque hubo corrupción en los contratos de uso de la infraestructura pública. Oiga, es energía que generan otros sin ningún costo para el gobierno que se las ve negrísimas para cubrir la demanda, ¿y ponerse sus moños?, para pronto les subió la tarifa de interconexión en un 800%, como con ganas que quebraran, que nada haría más feliz, feliz, feliz al presidente que ver como estos grupos empresariales, con capital extranjero muchos, pierden miles de millones de dólares.
Y lo que nos interesa, la licitación para la compra de carbón para la generación de energía en las plantas geotérmicas de Nava. En una maniobra populista que en carambola de tres bandas golpea a AHMSA, uno de los enemigos favoritos del presidente, primero suspendió un contrato preexistente para la compra de millones de toneladas de mineral hasta el año 2021, y luego a la hora de la repartición del mercado, les dejó a los grandes proveedores solo un 10% del carbón que pueden surtir a la CFE. ¿Resultado inmediato?, ¿para qué esperar más? Minera Carbonífera Río Escondido anuncia su cierre, y correspondiente liquidación de los primeros mil trabajadores de una plantilla de más de siete mil. Ah, pero en senador Guadiana está feliz porque se apoyó a los micro y pequeños productores quienes, acá entre nos, no tienen la capacidad de reunir los dos millones de toneladas que les asignaron. Mencionamos a Guadiana porque es el único interlocutor que pudo habérsele puesto gallo al presidente y a Manuel Bartlett, y al contrario, les aplaude.
Cierra MICARE, pero además el presidente condiciona el rescate de AHMSA por Villacero a que esta pague lo de la transa de más de 200 millones de dólares por la compraventa de Agronitrogenados, que perjudicó a Petróleos Mexicanos; Villacero con toda razón dice ¿y yo por qué?, y el negocio que habría rescatado a Altos Hornos y a la región centro de Coahuila, se va por el caño.
Si por la 4T fuera, todos, ciudadanos, empresarios estaríamos, estaremos reducidos al desempleo, y a ir a mendigarles una beca de hambre, todo porque a ellos no sólo no les gusta trabajar, sino que además, que nadie más lo haga.
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