fbpx

LA ÚLTIMA DEL OBISPÓN ROJO

BAILE Y COCHINO.-

Por: Horacio Cárdenas.-

Con auténtico broche de oro, salvo que tenga otra cosa escondida bajo las sotanas, quiso cerrar su gestión pastoral Raúl Vera López como obispo de Saltillo, luego de que al parecer, el Vaticano decidió darle trámite fast track a su renuncia por motivos de edad. Su injerencia en el movimiento de estudiantes que pedían la reducción de cuotas en la Universidad Autónoma de Coahuila, tenía, bajo su férula, no la intención de lo dicho, que se cancelaran los cobros por inscripción y reinscripción a esta casa de estudios, sino la desestabilización de la misma.

A ver ¿qué le iba o que le venía al obispo, a la diócesis, a la iglesia católica, que una universidad pública aumentara sus cuotas, las que para abundamiento, son la tercera fuente de ingresos por su monto e importancia para su sostenimiento, la más estable luego de que los gobiernos federal y estatal se hacen del rogar para cubrirlo en tiempo y forma?, desde nuestro punto de vista, nada. Ah, pero como a los párrocos en general y al obispo de Saltillo en particular les encanta tener la nariz y la mano metida en todos los aspectos de la vida de “su grey”, pues allí lo tiene, en una movida de despedida que a lo mejor ni siquiera se perfilaba como eso, su salida de la cómoda chamba de regentear a la diócesis, pero que algo habrá tenido que ver para que la burocracia vaticana, por lo demás lenta como ella sola, hubiera decidido darle velocidad a desembarazarse de ese alacrán morado.

Es bien fácil hablar, en corto, frente a micrófonos y desde el púlpito, como también es padrísimo predicar sin poner el ejemplo. En este asunto de las cuotas universitarias, de porqué se decidió elevarlas, y el impacto que necesariamente tendrá reducirlas, debería ser una de esas oportunidades en las que morderse la lengua sirviera como enseñanza, pero no, hay gente que no entiende y no aprende.

La Universidad Autónoma de Coahuila es una institución inserta en la realidad nacional, social, política y económica, tanto o más que lo que la iglesia católica lo está o puede llegar a estarlo. El obispo debería estar consciente, como lo están las autoridades universitarias, de que existe un fenómeno del todo insalvable, que se llama inflación. A causa de esta, unos más y otros menos, el costo de todos los productos tiende a elevarse, es algo que la ciencia económica todavía no logra comprender bien, y que menos ha encontrado cómo controlarla de manera efectiva, si la totalidad de los insumos suben su precio, es lo normal, lo correcto, que una institución como la UAdeC procure incrementar sus ingresos en la misma proporción, ni siquiera más, para mantener su capacidad de operación, hasta allí lo que parece normal.

¿Pero qué ocurre cuando el gobierno federal, recién estrenado hace veinte meses, dio a conocer su convicción de que las universidades públicas estatales eran corruptas y que dilapidaban los recursos que se les otorgaban?, pues que a las calladas comenzó la restricción en el suministro de dinero a estas instituciones, consideradas como “de lujo”, al igual que los centros de investigación y las instituciones culturales de todo tipo, desde el Instituto Nacional de Antropología e Historia, hasta el último museo. Los recortes han sido brutales, exacerbados con la exigencia de que se aumente el número de estudiantes admitidos, a los que para colmo, quieren que no se les aplique examen de admisión, requisito indispensable para saber si pueden o no pueden cursar estudios superiores. Lo que ocurre es que las funciones asignadas a la Autónoma de Coahuila, como a tantas otras instituciones afectadas, comienzan a verse mermadas en calidad y cantidad, y si encima se ataca su capacidad legal para hacerse de recursos…
Además cabe preguntar ¿con qué autoridad moral el obispo de Saltillo azuza a los estudiantes para que ataquen primero el tema de las cuotas, y ya después y presentándose la oportunidad, para que pretendan intervenir en otros aspectos de la vida universitaria?, hablando de la cuestión meramente económica, ¿pues no andaba el obispo Vera López quejándose y apelando a los católicos para que cooperaran para el sostenimiento de la diócesis? En efecto, con los templos cerrados, con los cepos sin recibir el poco o mucho dinero que los feligreses quisieran aportar a su iglesia, los ingresos de la diócesis han disminuido sustancialmente, casi podríamos aseverar que la pandemia de coronavirus la ha golpeado más que a otras organizaciones sociales. Tan sencillo como que un padre de familia que ve reducido su ingreso por paro, o que ha sido despedido de su empleo, no tendrá entre sus prioridades esenciales la contribución que, ahora sí que religiosamente, destinaba para la iglesia, lo que esta quisiera hacer con su dinero, que como sabemos, tiene los destinos más variados, desde los muy píos, hasta los no tanto.

Si la diócesis está tronándose los dedos para pagar lo que tiene que pagar, ¿qué le hizo pensar al obispo que la universidad estaría en mejores condiciones?, ¿Cuál era entonces el interés en desestabilizarla, o de veras es de los que creen que cuando se desata un movimiento de masas, este puede seguir siendo controlado indefinidamente?, a lo mejor es la mentalidad de “al fin que yo ya me voy”, pues allí les dejo alborotado el gallinero para que se entretengan.

Si lo que quería era abogar por “lo muchachos”, hombre, el obispo pudo haber agarrado el teléfono como cualquier mortal… bueno como representante que es de dios en la Tierra, para decirle al rector, oye Salvador, nombre más cristiano no podía tener, fíjate que algunos muchachos, muchos jóvenes no están en condiciones de pagar la cuota de inscripción ¿no habría manera que la Universidad les echara la mano, que les condonara una parte, que les congelara la cuota a la que había el año pasado?

Hablando se entiende la gente, y entre políticos, con sotana o de corbata, se pueden arreglar las cosas, sin llegar a extremos como los que la sociedad coahuilense tuvo la mala fortuna de ver, oiga, hasta vergüenza ajena daba ver a las jóvenes gritando consignas… que estaban leyendo de un teléfono celular, o sea que el tal movimiento no tenía el sustento mínimo para que con tapabocas y todo, soltaran lo que traían en su ronco pecho, decían lo que les habían escrito en algún cómodo gabinete, a lo mejor de esos que tiene un crucifijo colgado en la pared.

Al obispo Raúl le falló esta movida, como la verdad le fallaron la gran mayoría de las que cocinó durante sus años frente a la diócesis, a lo mejor si hubiera elegido mejores causas hubiera tenido mejores resultados, y causado menores dolores de cabeza a sus superiores… que los tiene. Por lo pronto deja el puesto para tranquilidad de la parroquia, pero dudamos que se esté sosiego por mucho tiempo, ya estaremos viendo si es lo mismo el activismo de un ciudadano cualquiera ya sin el manto protector de la iglesia católica, que tenía que dárselo muy a su pesar.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com. Tema: Baskerville 2 por Anders Noren.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: