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Si Morena no fuera Morena

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas.-

Acaba de pasar la elección intermedia, y contra lo que muchos  quisieran pensar y menos aceptar, la ola que en el año  2018 llevó al poder a Andrés Manuel López Obrador, sigue bastante fuerte, y en opinión de algunos, todavía más fuerte.

Es de llamar la atención que lo de la llamada ola lopezobradorista, que los analistas usaron durante años, en algún momento dejó de ser tema de comentario, y menos de análisis.

Aunque el presidente López Obrador haya hecho del tema de la revocación de mandato una de sus banderas, que conforme a la ley electoral que no pudo cambiar, no pudo ser en la misma fecha de la elección constitucional, es innegable que, independientemente de quien fuera el candidato a alcalde, gobernador, o diputado federal, por quien estaba votando la gente era por el presidente: por la continuidad de su proyecto o por ponerle coto a un proyecto que no les ha gustado.

Como se ha comentado bastante, los resultados no fueron lo que se pudiera llamar contundentes. Ni fue el cheque en blanco que hubiera querido el presidente, a quien le gusta y así lo ha dicho la obediencia y la lealtad a ciegas, tampoco fue el rechazo que le amarrara  las manos el resto del  sexenio.

La calma que uno desearía haber obtenido en el frente político, no llegó. Aquellos que esperaban dejar de vivir con el Jesús en la boca, seguirán con su inquietud, y los morenistas de hueso colorado que querían tener el terreno llano para arrancar de cuajo todo lo que oliera a período neoliberal, tendrán que negociar y seguramente hasta ceder.

Lo ocurrido en Coahuila los pasados tres años es un reflejo de lo que el partido vivió a nivel nacional, pero mientras que allá había un cierto cuidado de las formas, acá salió lo peorcito que cada quien guarda en su interior, para hablar exclusivamente de lo político, no de lo personal.

No vamos a hacer un recuento de todas y cada una de las riñas que se sucedieron delante de todos los coahuilenses, porque si de algo no entienden los morenos es del recato de lavar sus trapos en casa. Lo que si es que 36 meses no sirvieron para construir un partido consolidado, los grupos que había hace 3 años siguieron existiendo, podríamos decir que se segmentaron todavía más y los odios se hicieron más irreconciliables.

El último hecho de la larguísima cadena de desprecios mutuos fue la conferencia de prensa de Armando Guadiana en  el senado de la república, allí acompañando de Mario Delgado, líder nacional de Morena, y de Ricardo Monreal, lo mismo pero del senado, acusó a todos los morenistas coahuilenses y no coahuilenses de traición al partido y sabotaje a su campaña y la de los otros candidatos que perdieron el 6 de junio. ¿Se le ocurre peor manera de reconciliarse que una balconeada prime time? A nosotros no. Es de esperarse que los morenos que no tienen acceso a esos foros le guarden un odio particularmente fino a Guadiana, que en su momento le cobrarán, seguro en el 2023 cuando amenazó regresar por la candidatura a gobernador, poquísimo apoyo puede esperar de ellos.

Con todo Morena No tuvo tan malos números en Coahuila. No logró las alcaldías ni las diputaciones que añoraba, las que ya tenía y las que se jugaban, pero sufragios sí, más que en los procesos anteriores.

Si eso consigue Morena sin realmente hacer nada para sumar simpatizantes, imagínese lo que hubiera alcanzado di se hubiera comportado como un partido articulado armónicamente, o por lo menos uno que pudiera guardarse sus broncas para no ventilarlas delante de todo el mundo.

Sí. Coahuila sigue siendo un bastión priista, tal vez el último que quede, pero la ola lopezobradorista que para estas fechas habría ya desaparecido o convertido en resaca, sigue existiendo y ganando adeptos, si usted quiere entre los beneficiarios de los programas asistenciales, pero allí está.

No nos engañemos, Morena tiene todo por ganar en Coahuila, con las becas, con las pensiones, con gente impermeable a todo lo que se sabe y no se sabe de lo que pasa en la sucursal Coahuila, la tendencia del voto a su favor es que en 2023 podría darle un susto al PRI.

Todo dependerá no de ideología, ni de dirigencia ni siquiera de posibles candidatos, sino de lo que quede de la ola lopezobradorista, de que  no falte el dinero que les regalan, ya si los morenos trabajan por su partido en vez de zancadillarse mutuamente… pero eso va contra la misma naturaleza de lo que son y no pueden dejar de ser.

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