BAILE Y COCHINO

Por: Horacio Cárdenas.-
Dice un viejo dicho que pocos o nadie han intentado desmentir, y menos lo han podido lograr, que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen. Pues bien si esto es así… el pueblo mexicano ha de haber cometido muchos, pero muchos pecados en sus vidas anteriores, para estar padeciendo una de las peores administraciones de que se tenga memoria, no solamente en cuanto a su escasa efectividad, sino a los niveles de corrupción que ha alcanzado en escasos tres años, superando con mucho a los que le precedieron en el poder público y no parándose ni un segundo a sonrojarse por haber hecho de la lucha contra la corrupción su bandera.
También suele decirse, sobre todo de los gobiernos democráticos, aunque no exclusivamente, que un gobierno es estricto reflejo del pueblo al que sirve, si es que lo hace, al que reprime, engaña y explota, si es que es por este lado por el que le da. ¿Y cómo podría ser de otra manera?, si solo en países muy escogidos, en épocas muy delimitadas, se puede hablar de la existencia de dinastías, en el resto, los que gobiernan son gente que hasta antes de treparse al ladrillo del poder, eran mortales, comunes y corrientes, sí bastante más ambiciosos que el resto de sus conciudadanos, pero por lo demás, de la misma vil carnita y el mismo vil huesito.
Claro que hay élites de poder, que procuran que sus vástagos sean quienes hereden el poder que ellos detentan, pero a qué más que la verdad, los hijos muy rara vez cumplen con las expectativas de sus mayores, y hasta al contrario, se empeñan en sacarles canas verdes, al llevarles la contra. Para el caso que tratamos, la gente que nació con poder y se crio en el poder, que lo conoce de dentro, es la más interesada en mantenerse en él toda la vida.
En fin, Coahuila y los coahuilenses han de haberse portado particularmente mal, donde tienen como uno de los personajes más encumbrados en la política nacional, si no es que el que más en este sexenio, a Ricardo Mejía Berdeja, quien ocupa el poderoso cargo de subsecretario en una dependencia que podría ser mucho más relevante, si no se hubiera convertido en pasto de militares y marinos a quienes les gusta almorzar civilones, mientras más bien peinaditos, más suculentos.
En efecto, Ricardo Mejía Berdeja es subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, dependiente de la Secretaría de lo mismo, y en algún momento cuando el primer titular del área en el sexenio, Alfonso Durazo se fue de candidato de MORENA a la gubernatura del estado de Sonora, Mejía llegó a sonar como su posible sucesor, y entonces sí, agárrense, pero por algo diosito no da alas a los alacranes, y como ya lo dijimos, muy al principio de la administración de Andrés Manuel López Obrador la tirada era la creación de la Guardia Nacional como una evolución de la Policía Federal que se declaró extinguida, y que tendría un mando civil, era cuando todavía se oían ecos de aquellas frases de: regresaré a los militares a los cuarteles, ¿de que le sirve a México un ejército si somos un país de paz?, y otras similares, de las que no queda ya nada. La Guardia Nacional, que originalmente sería el brazo operativo de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, así como el Ejército Mexicano lo es de la Secretaría de la Defensa Nacional junto con la Fuerza Aérea Mexicana, o la Marina es el brazo de la Marina… bueno, ellos nunca han sido muy buenos con la nomenclatura y los organigramas. Pero no, en una voltereta del destino, asociada a la voluntad presidencial, la GN se integró en un 70% o más por personal sacado de la SEDENA, con haberes, antigüedad y todo, y la SSPC se quedó en un puro membrete, en un puro cascarón que en la práctica tiene muy poco que hacer, porque tiene muy pocos elementos para hacerlo.
Pues bien, pese a eso, Mejía Berdeja, expriísta, ex casi todos los gentilicios de los partidos políticos, y a últimas fechas morenista de super altos vuelos, es como ya dijimos, el grillo coahuilense mejor colocado, a quien no le hace sombra Javier Guerrero, que se pierde en los organigramas del monstruo que es el IMSS, ni Armando Guadiana, que se desempeña como senador de primera mayoría, pero a pesar de lo movido de ambos, no le llegan a la capacidad de maniobra que da el membrete de subsecretario de seguridad pública.
En alguna época, que fue bastante larga, había la expresión en la policía del entonces Distrito Federal, que un policía lo es las veinticuatro horas del día… y las veinticuatro horas de la noche, divertimento sin sentido que sirve para dar una idea de cómo se concebía el servicio público y en particular la seguridad.
¿Cómo se interpretaba esto en la práctica?, pues que no había horario, o sí, lo había de entrar, de pasar lista, pero de salir no, y esto podía significar cero descansos semanales, no ir a casa ni a bañarse, literalmente vivir acuartelado, donde podían dormir un rato, comer, lo que fuera, y a seguir trabajando. ¿Cuántas horas se contabilizaban?, sesenta, ochenta, realmente no importaba, porque nadie llevaba la cuenta, porque tampoco nadie pensaba en pagar tiempo extra, ni tampoco en cobrarlo.
Nada que ver con la forma en la que se visualizan las cosas en la actualidad. Ahora Ricardo Mejía Berdeja se siente que puede abandonar, con la mano en la cintura, su puesto y su función, para según él, andar haciendo política, movilizando a la gente de Coahuila para que participe en la Consulta de Revocación de Mandato del presidente Andrés Manuel López Obrador, y no solo participe, sino que vote a favor de su permanencia, lo que él y los morenistas como él se empeñan en entender como la ratificación de mandato, asunto que ni siquiera está contemplado en la constitución, ni en ninguna ley vigente.
La pregunta importante es ¿qué tan importante considera Mejía su puesto, su función, su presencia y disponibilidad permanente, en comparación con dos situaciones: una la ya mencionada promoción de la consulta más promovida de todos los tiempos, y dos, sus pretensiones de convertirse eventualmente en candidato de MORENA a la gubernatura de Coahuila, que es donde viene según él, a promover?
Ahorita que lo pensamos, no recordamos haber visto una foto de Ricardo Mejía en la escena de un crimen, al mando de algún operativo, algo que lo identifique como que está trabajando en la rama de seguridad. Y viene a cuento porque mientras que se reunía con supuestos simpatizantes en la región centro de Coahuila, se daba a conocer que en Las Tinajas, municipio de Zinapécuaro en Michoacán, había ocurrido la enésima masacre de este sexenio, cobrando hasta el momento 20 víctimas. Pero el señor subsecretario no considera que este asunto sea de su competencia ¿por qué?, y menos, si pidió una licencia para ausentarse de sus vitales funciones de gobierno, para apoyar en una actividad que ni siquiera es partidista, como tampoco debería ser de gobierno, sino ciudadana… que tampoco es.
Ánimas de policías como Ricardo Mejía Berdeja, para quien las nociones de misión, mística de servicio, espíritu de cuerpo, significan nada, pues la mira la tiene en la silla principal del palacio rosa, eso de momento, porque lo suyo es y siempre ha sido grillar, no trabajar y menos servir, que es lo que más falta le hace a México en estos tiempos tan violentos.
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