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No hay personas malas…

NOTICIAS DIVERSAS…

Por Héctor Barragán.-

La afirmación pública de que no hay personas malas, emitida desde las alturas, debe tratar de ser comprendida. En primer lugar, pudiera referirse a los seres humanos en su nacimiento y sus primeros años, porque avanzando en su edad ocurren manifestaciones en todo lo contrario, pero afortunadamente para la sociedad, en un corto número de individuos.

Y a efecto de tratar lo que sucede con el avance de la vida de cada uno, los malos son o inconscientes, incapaces de medir sus actos conforme a los que deben hacer para no exponerse a recibir igual trato de sus allegados o desconocidos, – o disfrutan de lo ajeno sin tener por supuesto derecho alguno a elle. Sea los bienes, el orgullo, la presencia considerada más favorable o atractiva, la fortaleza, la inteligencia, en fin, todo lo que siente deseable y de lo que carece.

Porque o principalmente, ocurre que alguien maltrata a otra persona sin causa justa, pero en especial es demasiada la frecuencia con que alguno priva de la existencia a otro, lo que resulta absurdo. Porque el hecho no resuelve nada, siendo por el contrario socialmente permitido, que se castigue al infractor, homicida, de alguna manera, que llega a ser la pena equivalente, inclusive la muerte. Pero esto es una estupidez, dado que de manera alguna resuelve algo, en modo alguno restituye a la víctima o sus deudos lo que se priva.

El verdugo final, incurre en el mismo actuar estúpido del asesino y en los viejos tiempos el verdugo era discriminado por el pueblo, segregado de la comunidad, excepto en países y tiempos que para compensar lo absurdo y criticable de su trabajo, era investido de prebendas y canon jías, asunto de títulos semejantes a la nobleza para aliviar del castigo que la sociedad le imponía por ejecutar acciones cobardes.

Ante tal planteamiento, que las penas sociales no resuelven el problema, porque además los castigos que no son terminales, no compensan el daño, además de que por el contrario se convierten en una carga económica para la comunidad al tener que sufragar el costo del aislamiento, la vigilancia y la manutención del detenido, se ocurre una sola salida probable. El trabajo arduo y el estudio, la educación, con objeto de convertir a los reos en personas de provecho, pero al mismo tiempo, de obligarlos a generar los recursos para cubrir el costo de su prisión

El trabajo forzado que se aplica antiguamente, picar piedra, hacer obras inútiles, no sería productivo y seguramente por ello se abandonó. I agobiante era parte importante del castigo, pero debería sustituirse por labores intensas, pero no necesariamente tendrán que requerir esfuerzo físico, sino que resulte agradable, valioso, entretenido y que contenga el valor que la inteligencia y dedicación, el sentido estético le puedan incorporar; algo que de alguna manera les sirva a cada uno de medio de subsistencia y prosperidad en un futuro cercano.

El respeto por la vida ajena, sus propiedades e intereses debe ser el resultante de las actividades desempeñadas en prisión, el tiempo que sea necesario para conseguir la rehabilitación y reincorporación a la sociedad con rendimientos abundantes para todos, particularmente o en primer término, a sí mismos y sus familiares y dependientes.

Quien diseñe los programas deberá contar con la capacitación necesaria, al igual que los llamados custodios, los vigilantes y auxiliares de los detenidos en su ardua tarea de recuperación de los valores que debe tener un ciudadano.

Por supuesto que la educación de la policía y sucesivas escalas de los oficiales de la justicia, tendrán que ser capacitados con celeridad y abundancia, para que lleguen a la prisión sean exactamente criminales o infractores cuya culpabilidad sea absoluta, sin duda ninguna para no incurrir en injusticias, como las que inundan los ceresos y prisiones preventivas originadas en malas investigaciones, faltas de pruebas, meras sospechas, – acusaciones falsas o dolosas por intereses personales, o deficiencia en la preparación y restringido criterio de los oficiales, en algún punto de la escala.

Evitar la actuación “mala” de alguno, será la primer tarea a desarrollar y extenderla a la enorme cantidad de elementos que la constituyen, con objeto de minimizar  al mayor optimismo, evitar los errores, que son injusticias y de momento constituyen elemento sumamente influyente en la corrupción generalizada que se produce en los centros de reclusión, corrupción que contamina gran parte del sistema judicial mexicano.

Porque es imposible ocultar el hecho de que hay prisioneros que hacen negocios dentro de la presión, es decir con los internos, pero igualmente criminales que actúan hacia fuera de sus centros de retención, hacia la población en general, ordenando asesinatos, promoviendo el narcotráfico, el contrabando de armas y extorsionando a reclusos, defraudando a los inocentes habitantes pacíficos, etc.

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