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El «experimento Coahuila» ¿fin a las alianzas de Morena?

BAILE Y COCHINO…

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-

Primero lo comentaron los analistas políticos, ya ve lo que dicen de algunos periodistas, no de todos, que se huelen las cosas antes de que pasen, casi como las aves que dejan de cantar cuando presienten que se viene un terremoto o un huracán, ya luego se gancharon otros actores políticos y sociales, ¿sería cierto eso que estaban comentando los colegas de los medios de comunicación?, los últimos en enterarse, como siempre, son los maridos y los partidos políticos, y la verdad es que les dio un supiritaco de ver y pensar que habían estado jugando con dinamita con la mecha encendida, que, como podía no explotar, podía volarlos por los aires.

Nos estamos refiriendo a la decisión de los partidos del Trabajo y Verde, de no ir en alianza con MORENA en el proceso electoral que culmina este domingo 4 de junio. Desde luego que en política las lealtades duran menos que el sudor que intercambiaron al estrecharse la mano los que sellan el acuerdo, pero de alguna manera nos habían hecho pensar que lo ocurrido en la elección del 2018, que llevó a la presidencia de la república a Andrés Manuel López Obrador, consolidaba un bloque, como a él mismo le gusta nombrarlo, bajo la denominación de Juntos hacemos historia.

Lo que todo el mundo esperaba, acá en Coahuila, siguiéramos o no los procesos electorales que tuvieron lugar durante los pasados dos o tres años, es que la tal alianza se mantuviera para esta elección. ¿Por qué?, ah pues por lo de siempre, Coahuila, junto con el Estado de México, es la última elección en los estados, antes de la elección federal, por ser así, el ímpetu inicial que tuvo la elección presidencial previa, llega bastante disminuida, casi sin ninguna fuerza ya, o por el contrario, como han tratado de demostrar desde palacio nacional, siguen igual de fuertes si no es que todavía más.

En estas condiciones, la lógica marcaba que los mismos partidos que integraron la alianza ganadora en el 2018, se presentaran a la elección en Coahuila y el EdoMex, y que de allí se proyectaran a la próxima federal… y resultó que no.

¿Qué vieron, qué pensaron, que sintieron el Partido Verde y el Partido del Trabajo, como para decir jugarla por su cuenta en Coahuila?, lo que usted guste imaginar, o lo que sepa que a nosotros nos pasó de noche, el caso es que ambos partidos, o más bien cada uno por su lado, prefirieron volar solos en esta elección.

Se nos ocurre que no es que quieran romper con MORENA, simplemente como estamos en época de revisión de convenios, quisieron dejar claro que sí, son aliados, son afines, comulgan con la misma ideología (esto es pura hablada nuestra), pero no es para que los morenistas se confíen que traen a los otros partidos bailando al son que les toquen, de ninguna manera. Según esta hipótesis de lo que se trató es de demostrar una independencia, por más que sea solo de papel, y que al final de cuentas se arreglarán con MORENA como la vez pasada.

¿y para demostrar esa libertad y autonomía sacrificaron Coahuila?, nos parece demasiado peregrino, porque perfectamente se pudieron haber reunido los tres dirigentes y decirse lo que tuvieran que decirse, prometerse lo que luego no van a cumplirse, pero eso, platicar, no lo hicieron.

Todavía la crónica de un evento en el Estado de México donde coincidieron Mario Delgado y Alberto Anaya, dio cuenta de que ni se voltearon a ver, todo porque seguía el primero dolido por lo ocurrido en Coahuila con la postulación de Ricardo Mejía Berdeja, un prófugo de MORENA, como su candidato a gobernador, para hacerle la guerra a Armando Guadiana, el “candidato único” de ese partido, según la nomenclatura utilizada por ellos mismos.

Para demostrarle al presidente López Obrador y a la dirigencia morenista su independencia echaron por la borda la posibilidad de dar una lucha sólida a la alianza integrada por el PAN, el PRI y el PRD, sería señal de que como siempre, están dispuestísimos a vender su amor, pero ahora más caro que las últimas veces.

No sé, nosotros no andamos en la grilla, y menos en la de grandes ligas, pero sí nos imaginamos que a los amigos, sobre todo a aquellos que solo lo son de conveniencia, hay que mantenerlos contentos, bien alimentados, tranquilitos, y con promesas continuas de que en el futuro les irá mejor, si se mantienen fieles a la causa, claro, si no, todo el odio caerá sobre los traidores, y eso es mucho.

Quizá tenga algo que ver los desprecios que desde Palacio Nacional le han hecho a Gerardo Fernández Noroña, diputado federal y la figura más prominente del Partido del Trabajo en la escena política nacional, él siente que lo han tratado mal, como hijo no adoptivo, sino recogido de la calle al que tienen durmiendo en la azotea y al rayo del sol todo el día.

Él, que se presume, curiosamente con el mismo rollo de Ricardo Mejía Berdeja en su campaña para gobernador de Coahuila, como el verdadero heredero de la 4T, ni siquiera es incluido dentro del selectísimo grupo de Las Corcholatas. No sabemos si realmente Noroña se siente “un hermano” del presidente López Obrador, como Marcelo o como Adán Augusto, pero las demostraciones de allá para acá son de que no hay tanto cariño, sí, quizá haya algo que agradecerle, pero no soltándole mucho más de lo que tiene, y que nos sospechamos que en el ánimo presidencial, en algunos momentos de reflexión, le parecerá que es demasiado.

Había una alianza en el 2018, además de MORENA estaba el PT y el Verde, y todavía uno más, el PES, el Partido Encuentro Social, que perdió el registro, pues pese a que en conjunto ganaron la presidencia, en la práctica de la casilla, la gente no votó por ellos.

A como pintan las cosas en este instante, por lo de Coahuila, por lo del Estado de México, por lo de Fernández Noroña, no sería extraño que no hubiera alianza igual para el 2024. ¿Se imagina una boleta en la que apareciera un Marcelo Ebrard como candidato del Partido Verde, un Gerardo F. Noroña por el PT, una Claudia Sheinbaum o un Adán Augusto por MORENA?, la cuarta transformación dividida en tres, cuando que su principal virtud, quizá la única, fue hace seis años, el ir coaligados.

No es que sintamos que lo que pasó con Ricardo Mejía fue el detonante de un rompimiento, más bien él jugó el papel de peón útil, para mostrar el juego que el PT ya traía, algo semejante a lo del Verde, que postuló a Lenin por las mismas razones, pues afinidad no había ninguna.

Para bien o para mal, lo que sucedió pasó en Coahuila, que sirvió de arena previa a lo que vendrá después, y que hoy menos que nunca, hay claridad respecto de lo que pueda pasar en el 2024.

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