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Hienas y zopilotes pelean los despojos de AHMSA

BAILE Y COCHINO…  

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-  

De las primeras cosas que recordamos sobre Altos Hornos de México, fue una explicación medio técnica, que nos pareció a nosotros poco menos que mágica, de que los famosos hornos no eran como los de las casas o de los restaurantes, que en el momento en que necesita calentar uno algo, en ese momento los prende, y cuando termina de usarlos los apaga.  

Nada de eso, los Altos Hornos, una vez que se encienden, no pueden dejarse llegar de regreso a la temperatura ambiente, pues se corre el riesgo de que se fracturen más allá de toda posibilidad de reparación, todo porque al trabajar con metal en estado líquido, valga decir a altísima temperatura, requiere ser tratado en condiciones distintas a las que ofrece la atmósfera.  

Lo que son las cosas, en estos meses de incertidumbre por el devenir de la empresa, alguno de los ingenieros explicó relacionado con precisamente eso, que AHMSA gastaba más o menos cien mil pesos diarios en gas, el cual se quemaba para mantener los hornos calientes. No nos haga mucho caso, pero cuando por sus pistolas la Comisión Federal de Electricidad y Petróleos Mexicanos cortaron de tajo el suministro de energía uno, y de combustible el otro, los hornos se habrían enfriado bruscamente, pero esa es una versión de la que no tenemos confirmación.  

Recordamos una columna escrita hace tranquilamente unos treinta años, en la que se comentaba que bien a bien, los mexicanos que algún tiempo fuimos, como nación, no como individuos, propietarios de la entonces paraestatal AHMSA, no recibimos ni un centavo a la hora en que el gobierno de Carlos Salinas de Gortari decidió venderlo y lo vendió a las familias Autrey y Ancira. Aquel sexenio fue la época en la que, ahora sí que siguiendo la retórica actual, se dio la fiebre neoliberal de pensar que el estado, el gobierno pues, estaba obeso, y había que adelgazarlo ¿cómo?, deshaciéndose de todas aquellas funciones, sobre todo empresas, que no estuvieran directamente relacionadas con el gobierno. Y no, a nadie, que sepamos, le dieron su kilogramo de clavos, tornillos, lámina o varilla corrugada, que eran los productos terminados de AHMSA, como tampoco nos dieron un aparato telefónico, unos cientos de metros de cable o un vale por mil llamadas locales y nacionales, cuando se vendió Teléfonos de México.  

Ahora sí que eran propiedad de la nación, por extensión del pueblo, y el pueblo se quedó nomás viendo pasar los papeles en los que perdíamos nuestro patrimonio colectivo, a cambio de prácticamente nada.  

De entonces a la fecha han ocurrido muchas cosas con Altos Hornos de México, pocas de ellas buenas, y sí, la mayoría bastante malas, que la tienen al borde de la quiebra, aunque esto no es más que una expresión, porque quebrada está, y el borde lo sobrepasamos en el momento en el que dejó de salir acero de las fábricas para venderlo, que es lo que le genera ingresos a la compañía.  

Sin ingresos, y con los gastos enormes que significa sostener la plantilla de empleados, mantener las instalaciones, y lo que mencionábamos al principio, los hornos encendidos, aunque no estén calentando metal, es una fuga de dinero casi imposible de sostener, sobre todo insistimos, si no está ingresando nada.   Se ha hablado mucho de la inyección de capital por parte de un consorcio norteamericano, que luego de muchas negociaciones, y de desbancar a dos o tres intentonas que resultaron fallidas, vaya usted a saber por qué razones, y cada vez que se menciona, le vuelve a los trabajadores y a los proveedores el alma al cuerpo.   Con eso de que la esperanza es lo último que muere, cada vez que escuchan una palabra en english, sienten que se acabó la crisis y que el sol volverá a brillar, pero desafortunadamente no tiene sustento esta actitud.   Y es que, claro que los empresarios, o mejor dicho, los operadores estadounidenses, porque hasta donde se ha podido saber, no son acereros, fabricantes y comercializadores de acero, sino especialistas en el manejo financiero de empresas quebradas o a punto de quebrar, no acaban de decidir si se la juegan o no con AHMSA.  

Como que luego de analizar todo lo analizable, se dan cuenta que es una labor titánica volver a hacer trabajar una planta que de por sí, como lo comentan los trabajadores e ingenieros, no estaba que digamos en su mejor momento, al contrario, por los problemas económicos de la siderurgia, los propios de la empresa, y sobre todo los políticos del patrón Alonso Ancira, el que más había sufrido era el mantenimiento de la infraestructura.  

Que sí, allí está, es fuerte como solo un alto horno puede serlo, pero no, lo decía un experto la semana pasada, echarlos a andar así como están, es un peligro de grandes dimensiones, exponiéndose a una tragedia monumental.  

Y salvo su mejor opinión, esto ya parece chunga, que la tribu Kikapú estaba interesada, o en condiciones de inyectarle dinero a Altos Hornos de México, en un planteamiento que más que tomarse en serio, se vio como el proverbial clavo ardiente del que todos en Monclova se quieren agarrar.  

¿Realmente tienen los kikapús tanto dinero?, bueno, para empezar tienen un casino del otro lado de la frontera, que hasta donde sabemos es un negocio redondo, pues carece de competencia en el estado de Texas.  

En su momento nos llamó la atención como la empresa automotriz Fiat, compró Chrysler, una de las afamadas tres grandes, ¿cómo una empresita, que fabricaba coches chiquitos, podía comprar así, de contado, Chrysler?, pues sí, tal cual, la pequeña tenía dinero y a la grande le urgía, así que se hizo la venta.   Eso ya es historia, porque hoy el corporativo se llama Stellantis, y ver cómo quedó, entra en un terreno del manoteo financiero que no es de nuestro gusto, pero que nos da el norte de cómo pueden estarse dando las cosas respecto de AHMSA.  

Oiga, ya para que el gobernador Riquelme Solís, queriendo desenredar el nudo, haya ofrecido la condonación del impuesto sobre nóminas y otras contribuciones estatales, nos da la idea de lo grave de la situación, que no se ve que camine por parte de los supuestos controladores, a ver si no teniendo que cubrir ese impuesto, se animan a finalmente soltar el dinero indispensable para pagarle a los trabajadores, para comenzar a liquidarle a los acreedores y lo más importante, comenzar con la rehabilitación del área de producción, pues sin ella, no hay acero que producir, y mientras se sigue gastando en lo inevitable.  

Lo que nos sospechamos, y ojalá nos equivoquemos, es que AHMSA es un muerto que ya no se va a levantar. Lo que están haciendo ahorita es negociando entre las hienas, los zopilotes y otros carroñeros, qué es lo que va a aceptar cada uno por bueno, para que no sea una pérdida total, pero interés en que Monclova vuelva a ser la capital del acero, salvo que usted tenga otros datos, mucho más optimistas que los esbozados aquí, está condenado a ser cosa del pasado, para no volver.

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