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Gobernando ando

BAILE Y COCHINO…  

Por Horacio Cárdenas Zardoni.-  

Éramos medio chavos todavía, pero ya con la vena periodiquera a flor de piel, cuando nos tocó ver algo que nos llamó poderosamente la atención, por la sinrazón que tenía aquello. Resulta que íbamos en el transporte público, allí a la vuelta de una instalación militar, que tenía la particularidad de estar sobre una avenida con camellón, de esas en las que las autoridades desde tiempos ancestrales se empeñan en sembrar pastito, de ese que siempre hay que estar regando para que crezca, luego hay que cortar para que no parezca aquello una selva, y que cuando uno lo corta, se ve todo amarillento, porque lo verde es lo de arriba, no lo de abajo.  

Pues allí tiene que andaba un soldado, inconfundible en su uniforme de fajina, gorra cuartelera y ese corte de pelo a cepillo de ordenanza, y el tal soldado portaba en la espalda una bomba fumigadora, de esas que se utilizan en todos lados para aplicar algún fertilizante foliar, plaguicida o insecticida, nada más que en vez de cualquiera de estas sustancias, estaba esparciendo una ligerísima capa de pintura, verde, sobre el pasto medio seco y muy amarillo, que después de la rociada milagrosamente recuperaba una tonalidad, como si estuviera recién regado.  

La pregunta nos prendió en el cerebro ¿de veras están pintando el pasto?, ¿y para qué alguien querría pintar el pasto?, aquel sitio era nuestra ruta de todos los días, y era la primera vez que veíamos que le ponían algún interés al pasto, nunca lo regaban, pero cuando llovía, por esas cosas de la naturaleza, crecía, y entonces lo cortaban, pero su estado de siempre era la apariencia seca.  

Luego vimos que también estaban pintando el cordón cuneta, estaban pintando las rayas amarillas de lo que en algunos lados llaman paso cebra y aquí ignoramos olímpicamente todos: peatones, conductores, autoridades, todos.  

Le estaban dando una mano de gato general a todo alrededor de la entrada a aquel cuartel, y seguramente adentro la operación limpieza sería todavía más a profundidad. Ya luego nos enteramos que iba a venir el señor presidente de la república ¿cuál?, vaya usted a saber, el que fuera, porque a todos los mandatarios, como a los gobernadores, como a los presidentes municipales, dentro de su ámbito, a todos les dan el mismo tratamiento: tienen que ver la ciudad en todo el esplendor que “una shaineada” le puede dar un presupuesto aplicado de forma selectiva.  

Porque uno dijera, todos los puentes están recién pintados, digamos que la pintura todavía se ve del color original, brillante, y no de un color apagado que mueve a la depresión, lo mismo el cordón cuneta, que por su misma naturaleza, tiende a ensuciarse, a percudirse, a perder su lucimiento original, el pasto siempre regado, recortado, verde, pero verde natural, no pintadito, todas y cada una de las luminarias funcionando, estables, no unas a media luz, otras parpadeando moribundas y algunas de plano apagadas.  

Estamos hablando de la pura estética ¿y qué tal la funcionalidad?, era para que en ningún sitio se diera una acumulación de agua, porque allí donde ocurren puede ocultarse alguna falla mayor, sea que el sistema de alcantarillado está obstruido, que está saturado, o lo que puede ser peor, que cuando se calculó y se construyó la obra, no se dejó la pendiente que debería tenerse, y por tanto se acumula donde no debería, lo que más pronto que tarde se convertirá en un problema mayor, una inundación que obstruya a su vez el tráfico, el daño del pavimento o el hundimiento del terreno.  

¿Y qué me dice de los baches?, los baches brotan en la temporada de lluvias, eso es sabido de todos, ciudadanos y autoridades por igual, pero ¿y qué decir de los que duran de una temporada de lluvias a una de secas y de esta a que vuelve a llover, y nadie los arregla?  

Pareciera que los funcionarios públicos tienen una especie de check list, una lista de cotejo de las cosas que se deben hacer en previsión de la gira de algún funcionario: si viene el alcalde a una ceremonia de honores a al bandera, con mandar el camión de la basura para que no haya bolsas acumuladas, con mandar un par de barrenderos, que seguro llenarán cuatro tambos de papeles, envolturas, tierra y lo que sea.  

Ah, pero si el que viene es el gobernador, hay que dar, el mismo tratamiento, más uno superior, que incluya quizá lo que ya dijimos, de pintar el pasto, cambiar las luminarias aunque vaya a medio día, pintar los postes, retirar la propaganda de las paredes, sobre todo si es de candidatos o partidos opositores, y ni que decir si viene el presidente, desde el diseño de la ruta, que se hace no solo para que pase por los sitios más seguros, sino para que no vea lo más feo que puede encontrarse en el recorrido. Allí sí que echan la casa por la ventana.  

Pero pareciera que quienes tienen el poder, y se hacen merecedores de ese tratamiento super especial, nacieron en esas condiciones ideales, ¿acaso no tuvieron que escalar la burocracia, no hicieron méritos, probablemente participando en la operación maquillaje para otros, de la que ahora son objeto ellos. Es que nos parece inconcebible que no se den cuenta los funcionarios y gobernantes toda la tramoya que se arma para que cuando lleguen, así estén cinco minutos para cortar un listón, es falsa y contrasta con los alrededores del sitio del evento?  

Todo esto nos surgió porque el otro día se publicó un reportaje en el que se decía que en Saltillo no funcionaba el internet que se había instalado en los lugares públicos. Desde hace años se viene manejando con distintos nombres, internet para todos, cobertura total, y el que cada gobierno le pone, pero salvo el anuncio del programa, la correspondiente inauguración con su toma de fotos y boletín de prensa, nadie se vuelve a ocupar de que las cosas que se hacen, sigan funcionando.  

Cada funcionario, es más ampliémoslo, cada servidor público debería ser un auditor de la función gubernamental. De presidente para arriba y para abajo, gobernadores, integrantes del gabinete, todos, sin faltar uno, debería tener la sensibilidad de ver qué es lo que está mal a su alrededor, y qué es lo que le puede causar problemas: no digamos que Claudia Sheinbaum hubiera visto las grietas en las columnas y trabes de la Línea 12 del Metro, que se colapsó… aunque ¿por qué no?, si alguna vez pasó por allí en su suburban blindada, hubiera podido ver una grieta, si le tocó tráfico, a lo mejor le cayó una piedrita del techo, y si no ella, cualquiera de sus subordinados hasta el nivel de barrendero, policía de a pie, cartero, etc.  

Lo mismo con el internet, los funcionarios, siempre conectados, ¿no pueden checar allí a donde vayan, hay cobertura del programa internet para todos? ¿no, qué es lo que está fallando?, y lo mismo para los baches, los semáforos sucios o medio tuertos, las luminarias que parpadean, el pasto que se muere, las palmeras mal podadas, el mendigo pidiendo limosna, el migrante, los niños en las esquinas con sus buscas.  

Según nosotros ese es el principal problema de nuestro país, funcionarios que se dejan consentir de más, que se creen superiores a la realidad de la que ellos son administradores y responsables de que esté como está. Imagínese un presidente que se para junto al pasto verde y dice, eh esto está pintado, ese ficus lo plantaron hoy, ese cordón cuneta tan brilloso ¿hasta donde llega?, o será que por ser parte de la mentira no les importa que les mientan, tampoco eso nos extrañaría demasiado.

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