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La temible “comandanta” hace de las suyas en San Pedro

ESPEJO CÓNCAVO  

Por Roberto Adrián Morales.-

 

La jefa de policía Cinthya Villa gusta de torturar a sus detenidos a los que les siembra drogas, como se muestra en hechos cometidos en Parras registrados en fotografías. Ahora lo volvió a hacer en San Pedro, solo que se les pasó la mano y asesinaron a un joven.

La versión del fiscal Gerardo Márquez Guevara en torno a la muerte de Martín Alexis Briseño Muñiz, originario de San Pedro, Coahuila, deja en claro que fue arteramente asesinado por policías bajo el mando de la temible comandanta Cinthya Villa Espiricueta, esa que sembró el terror entre los habitantes de Parras y ahora lo hace en San Pedro.  

A su paso por Parras, todavía recuerdan algunos jóvenes que sufrieron detenciones, maltratos y torturas que estuvieron a punto de perder la vida durante los castigos que les impusieron en plena oficina de la jefa policiaca, de eso hay fotografías.  

Al menos dos de sus víctimas, con la cabeza cubierta por bolsas de plástico, fueron sentados en una silla, mientras sus piernas quedaron levantadas en otra, para que uno de los policías más pesados se sentara en medio de éstas provocando un dolor inimaginable.  

La asfixia por medio de bolsas de plástico era una de las torturas preferidas del grupo comandando por la señora Villa quien, con todo y existir pruebas de esos ataques siempre negó la especie.  

La historia de ese tipo de actividades ilegales e inhumanas, dignas de la desaparecida Dirección de Seguridad Nacional, se repite ahora en San Pedro de las Colonias, donde la “jefa” policíaca hace y deshace a su antojo sin que nadie intervenga para detenerla, ni siquiera el alcalde de ese municipio, David Ruiz, pues jura a los cuatro vientos que tiene la protección de los jefes de seguridad pública de Coahuila e inclusive del propio fiscal de Coahuila.  

El resultado de la autopsia hecha al cuerpo de Martín revela que murió por” broncoaspiración de polvo, de arena”. ¿Y eso como puede ocurrir?  

Podría pensarse, ingenuamente, que tras ser detenido el pasado sábado por los elementos de policía municipal, el joven habría caído a tierra en una calle sin pavimentar y que respiró arena lo que le provocó una muerte casi instantánea.  

La versión más creíble es que los “guardianes del orden” lo detuvieron delante de sus familiares, lo subieron a una patrulla y lo llevaron a “pasear” ¿para?, eso solo ellos lo saben. Al no obtener respuesta a sus preguntas, los azules iniciaron actos de tortura, tal y como lo hicieran en Parras, solo que ahora se les pasó la mano.   Al ver que habían provocado la muerte de Martín Briseño, decidieron tirar el cuerpo en el lugar conocido como cerro de Santiago. Ahí fue encontrado el miércoles pasado, solo 4 días después de su detención. El cuerpo ya presentaba descomposición por lo que, todo indica, que fue asesinado, justo el día en que los municipales de Villa se lo llevaron.  

Este asunto es más claro que el agua, con todo y que el Fiscal salga ahora con la novedad que el cuerpo presentaba “signos claros de deshidratación, perjudicado por los rayos solares, deteriorado”, pues ¿cómo puede un joven deshidratarse en cuestión de dos horas?  

Ahora resulta que, antes de morir por deshidratación o respirar arena, alcanzó a tener comunicación con sus familiares a los que dijo que se “encontraba cansado, perdido, extraviado”, cosa que resulta igual de increíble.  

¿Por qué se protege tanto a la “jefa” policiaca? En Parras se le mantuvo todo el trienio del exalcalde ladrón Ramiro Pérez Arciniega quien, dicho sea de paso, por las noches se vestía de policía y acompañaba a Villa Espiricueta a cometer cuanta fechoría se les ocurrió.  

Hoy, los sampetrinos esperan justicia. No solo dar de baja a los elementos que, siguiendo instrucciones de su “patrona”, dieron muerte a Martín. Es necesario que el Fiscal haga algo al respecto y ordene su detención así como la de la encargada de dirigir a la policía.

No hacerlo provocará más violencia, más muertes, más daños a la población.

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