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Inundan el capital y la alta tecnología extranjeros al país

Escribe: Héctor Barragán

casas

MAS VIVIENDAS.
Cuando el Presidente Fox promovió un ambicioso programa de inversión en viviendas nuevas, como medio de estimular fuertemente la deprimida economía mexicana, en estas mismas páginas se advirtió que deberían cubrirse ciertos requisitos indispensables en el caso mexicano, como serían la individualización de los créditos, en cuanto a garantizar su cumplimiento, de preferencia su racionamiento para que esos créditos fueran más pequeños y fácilmente liquidables y preferir su otorgamiento a personas y familias en vez de darlos a las grandes empresas constructoras.
Tales advertencias tenían su fundamento en que la economía estaba deprimida y amenazada proseguir así, es decir, no se contaba con seguridad de que los trabajadores continuarán en sus empleos y proseguir pagando los créditos por sus viviendas. Situación que lamentablemente persiste.
Dar créditos a particulares, pequeños apoyos económicos, que se aplicarían en ampliaciones y mejoramientos, adecua-ciones, tendrían dos efectos; serían más fáciles de cubrir compromisos al tiempo que permanecerían más ampliamente en la eco-nomía nacional. Tendrían más impacto multi-plicador, según lenguaje de los especialistas.
Repetir la práctica de entonces tendrá similares resultados, cortos, porque probablemente millares de construcciones quedarán sin ocupar por la pobreza del mercado laboral.
Porque es de advertir, por otra parte, que la relativa recuperación económica de la que hablan los políticos y empresarios, con ser real, se refiere a las grandes empresas exportadoras o sea las dependientes del mercado exterior, cuya característica principal que es no influyen mayormente en el aumento de empleos. Pagan bien, a sus trabajadores, por requerir alta especialización, pero son generadoras de desempleo, su

influencia en este mercado es reducida.
Al propio tiempo, hay una realidad que no se comentada por los especialistas, el capital extranjero, transnacional, ha venido inundando al país, con alta tecnología, baja ocupación y amplio desplazamiento de puestos laborales de pequeños negocios.
Proceso que no ha tratado de revertir el gobierno mexicano ni su planilla de empresarios, tarea por cierto gigantesca sin duda, al tiempo de que carece de antecedentes conocidos en otros países.
Los directivos nacionales de cuño reciente fincar las esperanzas del futuro económico, también como sus antecesores, en un intenso programa de viviendas, sin considerar que carece de sustento. Peor aún, la plantilla laboral perderá estabilidad con las reformas a la legislación de su materia, planilla endeble por cierto ya en la actualidad, con lo que la clientela de las nuevas casas se verá reducida.
Esa fuerza laboral, vale recalcar, es la mitad formal y la

otra mitad fuera de legislación y con bajos ingresos y sin respaldo institucional para adquirir viviendas.
La demanda de habitación es ciertamente elevada, desde Nueva York enviaron la nota a El Financiero que se necesitan 4.6 millones, además de 1.12 millones que requieren ampliar y todavía más, 1.3 millones que deben remplazarse. El vocero fue el director de la Comisión Nacional de la Vivienda.
Dado que pocas personas tienen acceso a créditos hipotecarios, el programa es otorgar cerca de la décima parte de la anterior demanda, cerca de medio millón de hipotecas al año por los próximos 6, noticias dada ante inversionistas internacionales en el día internacional de la vivienda, Mexican Housing Day celebrado en Estados Unidos y se proseguirá en Londres a los 8 días después.
Pero una cosa es el potencial y otro el dato de las demandas efectivas, desequilibrio vigente a considerar, para evitar la erogación que no cristaliza y a genera en cambio problemas diversos al gobierno y por supuesto a los financieros.
Parte importante de la financiación de viviendas se ha hecho con recursos obtenidos en la bolsa de valores, pero el riesgo de las inversio-nes fallidas es patente y latente. Por lo cual se recalca la premura de fomentar las inversiones en fuentes productivas para fortalecer el mercado interno en general, con plazas estables, que sustenten también los programas de vivienda, con firmeza y que la industria de la construcción regrese a constituir uno de los pivotes fuertes de la economía nacional.
Cabe recordar, a manera de advertencia que la reciente crisis económica de los Estados Unidos, tuvo mucho que ver con los adeudos hipotecarios en esa nación, situación difícil de la que padece todavía muchas consecuencias los norteamericanos.. crisis que por supuesto contagiaron a los negocios mexicanos y en gran escala.

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