fbpx

Realismo mágico: Fraustro Siller lleva computadoras… ¡a escuelas sin luz!

chema

El realismo mágico campea en la Secretaría de Educación donde su titular, José María Fraustro Siller no tiene el perfil para guiar y dirigir las acciones que lleven a una mejor educación en el estado, tal y como lo demuestran los hechos diarios.
Aún cuando el secretario de Educación ya fue rector de la Universidad Autónoma de Coahuila y subsecretario de Educación Pública en el gobierno de Vicente Fox, los planes y programas educativos lo rebasaron de noche y es fecha que no sabe cómo tratar los diversos casos y problemas que enfrenta el sistema educativo de Coahuila.
Pero, Fraustro Siller trata de corregir la incapacidad con algunos eventos en los que posa para la fotografía y la publicidad oficial, como lo son los eventos que se autorealiza en algunos ejidos del estado. Sus subalternos se encargan de hablar con las directivas de las escuelas y proponer fechas, algunas canceladas de «último momento» porque «el señor tiene que atender el llamado del gobernador Rubén Moreira».
Cuando al fin se realizan los eventos en las humildes escuelas de los ejidos, en lunes, llega el prepotente funcionario,

con aires de perdonavidas, y apenas sí saluda a los solícitos maestros y a los humildes habitantes del campo, que mezclan los olores de la tierra, los sudores y el trabajo, con los jabones y lociones caros del secretario y su séquito de colaboradores.
Los trajes, comprados en tiendas exclusivas de los Estados Unidos relucen, brillantes, ante las ropas ajadas y humildes de maestros y padres de familia y, para hacerlos sentir más mal, Fraustro Siller toma el micrófono y habla bajito, para que nadie entienda lo que dice, para que todos le teman, para que nadie se acerque.
Los maestros, ilusionados, esperan que el secretario les anuncie que llega cargado de materiales educativos, de mesabancos, de pintarrones, de borradores. Hace tiempo que algunos niños reciben sus clases sentados en el suelo y creen que la visita de Fraustro Siller será milagrosa.
Pero no ocurre así, el séquito de ayudantes del secretario, muchos, como nube de moscas, bajan unas cajas de las lujosas camionetas en las que llegaron hasta el ejido. Ahí las abren, extraen unas computadoras y las colocan en una mesa. Les piden a las profesoras y profesores que se pongan al frente, a un lado del señor secretario y les toman una foto con las dos computadoras que, según dice Fraustro «les ha hecho llegar el gobernador.
La tristeza se refleja en el rostro de las maestras. Se miran entre sí y se preguntan ¿para qué quieren computadoras en el rancho, si no cuentan con más luz que la que les brinda una motobomba? ¿Van a sentar a los niños arriba de ellas? Si es muy caro el servicio de telefonía ¿cómo conectarse al internet? ¿Cómo enseñarles a los niños que existe el internet y que por medio de éste pueden viajar a cualquier parte del mundo. ¿Cómo explicarles todo esto, cuando lo único que piden a gritos son mesabancos?
Los ayudantes de José María Fraustro, que no son otra cosa que maestros metidos a criados al servicio del reyezuelo de la educación, conectan las computadoras para que vean los niños como Dios hizo la luz.
Se presenta el apagón. La corriente que demandan esos aparatos rebasa la capacidad de la motobomba que termina dañada.
Al darse cuenta del perjuicio que le ocasionaron a los habitantes de ese ejido, integrantes del séquito fraustrista deciden desconectar las dos computadoras, las vuelven a guardar en sus cajas, las suben a las impecables camionetas cerradas, tipo suburban, y rápido se pierden en el camino.

Los maestros, los niños, los padres de familia, observan como se va perdiendo el polvo que levantan los vehículos del Secretario de Educación. De nada sirvió matar a la única gallina ponedora, ni echarle más manteca a los frijoles, ni hacer las torillas de maseca para que desayunara tanta visita. Todo fue como un día de campo, nada más llegaron a almorzar, a hacer promesas, a saludar con ascos a los habitantes del campo y a perderse lo más pronto posible para llegar a sus oficinas donde el clima artifical hace que calen los huesos de tanto frío. Los calores y los pobres maestros y niños esos se quedan afuera.
¿Y las computadoras?
Esas son reciclables. Ya las utilizarán en otro ejido, ya programado para hacerle una visita, para almorzar y para echar a perder las bombitas de gasolina que generan luz. ¿Y éste es el mejor perfil de un secretario de educación?

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Powered by WordPress.com. Tema: Baskerville 2 por Anders Noren.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: