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Nada para Nadie

Baile y cochino

Escribe: Horacio Cárdenas

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Lo verdaderamente difícil en este país de improvisaciones, donde todo se ha regido por siglos por la lógica y la práctica del “ai’ se va”, donde unos engañan a los otros como actitud cotidiana y todavía más nos engañamos a nosotros mismos con el cuento de que somos lo máximo en todo y para todo, lo verdaderamente difícil sería decíamos, que las predicciones, sean estas del tipo que sean, se cumplieran si no al pie de la letra, por lo menos al pie del cañón.
Seguramente recordará usted la debacle de los resultados de las encuestas en las elecciones del 2006 y su todavía más ridícula repetición en el 2012, aquello que pintó por unos cuantos años como el summum de la sapiencia política, en la que algunos que otros que pasaron con siete la aritmética del tercer año de primaria, se sintieron que aplicando las técnicas estadísticas más jaladas de la pelambrera, serían capaces de predecir con una millonésima de margen de error lo que ocurriría en determinado proceso electoral, valieron para una pura y dos con sal.
A que más que la verdad, aún aquellos que presumían que traían en el buche todas las canicas de la ciencia estadística, los que se apegaban a los libritos de texto todavía más que al Libro Bueno, se terminaron dando de topes contra las paredes, tan poco certeras fueron sus estimaciones de quiénes serían los ganadores, y por qué cantidad de votos o porcentaje de diferencia. Ni hablar de los otros, para quienes el negocio no fue nunca buscar la verdad… sino fabricarla, por algo más de una década pulularon los despachos que hicieron muy buena lana manufacturando encuestas a modo: el que paga, gana en las urnas, y con esa lógica, pues mientras más billetes pusieran en la mesa, más aduladores eran los resultados que les ofrecían que ocurriría el día de la elección. Ya si no pasaba, pues tenían el típico pretexto de que la ciencia estadística dista mucho de ser una ciencia exacta, que todo son meras aproximaciones, y bla-bla-bla, pero tuvo que venir la cruel realidad de que al final del día la distancia entre lo sucedido y lo previsto era abismal, el que dijeron que ganaba no ganaba, el número de sufragios era completamente otro del esperado, y el diferencial no se parecía a nada que nadie hubiera puesto por escrito y depositado en una notaría. No es de extrañar que luego de esa demostración de lo veleidosa que es la opinión del respetable público en temas electorales, ya nadie se anime a poner su dinero donde pone su boca.
Lo mismo ha pasado con los analistas políticos, esos que presumen de sabérselas de todas, todas. Sus razones dan para que este

candidato resulte ganador, para que aquel otro salga perdedor, para que tal o cual alianza no funcione, para que determinada campaña no sirva para nada, en tanto que otra atraiga los miles de votantes. Los politólogos, sean de universidad, sean de corrillo de café, sean de redacción de periódico, han entendido que de cierto, no hay nada. Claro que hay quienes con la experiencia han adquirido un décimo tercer sentido, que es el que les dice: no te comprometas, porque en el momento de teclear estas líneas, no hay nada para nadie. Algunos le hacen caso a su intuición, otros prefieren jugársela aun a sabiendas que la llevan perdida, ¿pero qué otra, si el que va a ganar no los hace en el mundo?, al menos dejar en claro que son de las que se la saben rifar.
Tome usted por ejemplo lo que está ocurriendo en Saltillo con vistas a la elección del día 7 de julio, al que ya nada más le falta darle vuelta a la esquina, si alguien se atreve a decir que tiene en la bolsa el resultado de la elección, habría que buscar quien es el que le está financiando la lengua, porque a como están las cosas, decidido no hay más que la ubicación de las mesas receptoras de votos, porque ni la hora en que abren ni quienes van a ser los integrantes, está claro para nadie, y

de allí en adelante, todo se pone todavía más nebuloso. Así que si alguien le viene con el rollo de que la cosa va a a estar así o asá, aléjese de esa persona, y cuénteselo al Pollo Lara Escalante, o a una persona en la que de veras pueda confiar.
Los politólogos de café descafeinado y azúcar que no es azúcar, dicen que en la elección del día 7 acá en Saltillo, lo que va a definir el triunfador es la inercia, el voto de castigo, y el efecto de personajes que nada tienen que ver directamente con suelo saltillero. Muchos dicen que el candidato del Partido Acción Nacional es imposible que gane porque viene arrastrando el descontento que la gente tiene con el sexenio de Felipe Calderón, finalizado no hace demasiado tiempo, y al que le achacan muchos de los males que padece la nación y especialmente nuestra región, que si Calderón es o no directamente responsable de lo que nos pasa, no es algo que nadie pueda probar en tres palabras, pero claro que hay mucha gente que se lo cree tal cual.
Pero los de la mesa de enfrente opinan lo contrario, bueno, no tanto, dicen ellos que sí va a haber voto de castigo, pero este no será para el PAN, que aunque en una profunda crisis de todo tipo, había muy poca, si es que alguna cercanía con Coahuila y su capital, no más

pero tampoco menos que la que había con los gobiernos priístas anteriores y posteriores. Según ellos le van a cobrar la factura al PRI del desgarriate que fue el sexenio de Humberto Moreira, quien nos dejó endeudados para muchos, para demasiados años, y donde se vivió una corrupción a ojos vistas, según esta tesis, el candidato priísta va a perder porque es la venganza que la gente de a pie quera ejercer contra el partido del que salió Moreira, y al que esta es la primera oportunidad que se presenta de darle un escarmiento.
Aunque la guerra sucia ha estado bastante fría, también está la cuestión de la opinión que se ha ido formando en la gente de que si algo tiene el candidato priísta es su poco apego a los cargos que gana. El chapulineo es el principal obstáculo que tiene el Diablito de las Fuentes para hacerse del triunfo, sus malquerientes lo han explotado y lo seguirán explotando hasta el momento mismo del cierre de las casillas, si no es que todavía más allá. Pero también está la versión cantadas de que Fernando del las Fuentes era el presidente del Congreso en el momento en el que la legislatura reconoció como deuda legítima lo que era un desfalco y un fraude, eso no es fácil de olvidar, mucho menos de perdonar.
¿Cuál pesará más, el voto de castigo hacia el PAN o hacia el PRI?, ni pensar que el voto se pudiera inclinar hacia partidos o candidatos cuya única virtud es que no tienen todavía cola que les pisen. ¿Cuál pesará más, el odio hacia un mal gobierno federal, o el igualmente malo o todavía peor gobierno estatal?, como le dijimos desde el principio, al menos de momento, no hay nada decidido para absolutamente nadie.
El día que Josefina Vázquez Mota anduvo por Saltillo, dizque para dar apoyo a los candidatos panistas y más bien para promocionarse para mandamás de su partido, dio muestra de que allá en las alturas de la política nacional, no les ha caído el veinte de que las encuestas, si alguna vez jalaron votos para algún candidato, esto ha dejado de ocurrir. Encima vino a echarle leña al fuego de la de por sí desbocada desconfianza por el proceso electoral del momento.
A lo mejor todo esto que le platicamos se le hace demasiado rollo, le dirán al periodiquero: ¿tanto brinco estando el suelo tan parejo?, y como siempre el lector es quien tiene la razón, si no hay nada para nadie, es porque ninguno de los aspirantes ha logrado encender el entusiasmo de los posibles electores a su favor, las campañas están en punto muerto, pero es de aburrimiento, no de que alguien ya se haya perfilado como el ganador indiscutible.

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