
Si por algo se ha caracterizado Ismael Ramos Salas, a la sazón secretario de finanzas del gobierno de Coahuila, es por ser una pieza clave en la estructura de las administraciones de las que ha formado parte. Primero en el municipio de Saltillo y luego en el gobierno estatal, Lito como cariñosamente le llaman los integrantes del grupo de poder del que forma parte, ha ido ocupando posiciones cada vez más importantes, demostrando en cada ocasión su capacidad para cumplir lo que se espera de él, funcionar como un engranaje de alta presión en una de las áreas tradicionalmente más complicadas de la función pública, la del manejo de los dineros.
Ismael Ramos no es de formación contador, tampoco economista, es ingeniero en sistemas, siendo un misterio cómo dio el brinco de un área que podríamos denominar técnica aún dentro de la burocracia saltillera, a una que es de corte eminentemente política y de fuertes intereses de parte de los superiores. Lito es un ejemplo clásico de que pese a su esmerada y costosa formación, cualquiera puede ser víctima de la característica definitoria del sistema político a la mexicana: cualquiera sirve para cualquier cosa, por el que se han guiado la mayoría de los gobiernos de todos los niveles, vale decir, los gobiernos que han ido de mal en peor, en el caso de Ramos, nos da idea de que el manejo de los dineros, sea en efectivo, sea en documentos, sea en el presente o sea en el futuro, es considerado por la alta jerarquía burocrática como una habilidad menor; en opinión de sus contratantes y promovientes, con los cuatro semestres de contabilidad y alguno de planeación financiera que llevó en la carrera de ingeniero de sistemas, con eso está más que habilitado para enfrentar los retos que plantea una tesorería, ya no digamos en el área de la alta dirección, sino de las áreas subordinadas de egresos, ingresos, programación, y las delicadísimas de control y responsabilidades, todas las cuales en algún momento han quedado bajo su mando directo, sobre todo en este instante, que podría decirse que es el culiminante de su carrera.
Si alguna vez la gente se preguntó como es que alguien como Jorge Torres López había llegado a ocupar los cargos que desempeñó, desde alcalde hasta secretario y por supuesto gobernador interino, siendo que era conocida su escasa capacidad para cualquier cosa, sobre todo para trabajar, la respuesta es parecida a la de Lito, son empleados que cumplen a cabalidad con lo que se espera de ellos, por lo cual son ampliamente premiados. Y uno se podría preguntar ¿cual es esa función que amerita tener gente como López o Ramos?, muy sencillo: ser tapadera de lo que sea que ordenen sus superiores, y si encima no tienen demasiada capacidad para darse cuenta de lo que está ocurriendo, precisamente por no ser especialistas en la materia, quedando ya a criterio de cada quien explicar si los pecados cometidos son de obra o de omision.
Pero el buen Lito, a quien el propio Humberto Moreira Valdés le concedió el gran homenaje de reconocerle sus cualidades, en aquella ocasión en la que siendo cuestionado sobre el asunto de la megadeuda y la actuación de Javier Villarreal, el profe que nos cuidaba dijo que su único error había sido no designar a Ismael como secretario de finanzas. Sabido es que el hubiera no existe, ¿pero hubieran sido mucho mejores las cosas si Lito hubiera estado allí en vez de en la contraloría donde despachaba?, como con tantas otras de Humberto Moreria, esta cita también da la impresión de ser una jugada de distracción, o de engañar con la verdad, que con la explicación que pretendidamente estaba queriendo dar.
Pero allí donde sus jefazos le ven puras cualidades, Lito está muy lejos de ser perfecto, es más, habría quien opine que sus defectos sobrepasan a sus habilidades, siendo el principal de ellos el irse de la lengua con una facilidad pasmosa, habiendo ya sido demasiadas las veces en las que habla tanto, que genera incendios que luego cuesta mucho trabajo controlar, y no solo eso, sino que el tizne que deja, ese sí que es imposible de limpiar de la cara de la administración estatal, tan necesitada como está en estos tiempos de demostrar que la tal nueva forma de gobernar no es pura palabrería.
Recordamos a Lito lo enojado que estaba cuando lo sacaron de la contraloría durante el interinato para mandarlo al SATEC, lo menos que dijo es que hasta la quincena precedente había cobrado como secretario y ahora con esa promoción para abajo, cobraba como subsecretario. Era para que lo hubieran puesto de patitas en la calle, lo que pasa normalmente con cualquier burócrata inconforme, pero no Ramos, a quien se puso allí con la intención de tapar los entuertos que dejara el celebremente rata Javier Villarreal. Ya este sexenio se le cumplió su deseo de ser secretario de finanzas, donde fiel a sus malas costumbres histríonicas, no ha desperdiciado oportunidad de hablar más allá de lo indefendible.
Lito lo mismo ha dicho que la deuda está totalmente documentada, que no hubo faltante, que no hubo desfalco, vamos que no hubo fraude, es más que el dinero que los americanos le tienen incautado a Villarreal, no pertence a las arcas estatales, razón por la cual no han movido un dedo para recuperarlo, claro, si lo hicieran estarían aceptando que hubo chanchullos, lo que equivaldría a destapar una cloaca que nadie podría luego tapar, ni él, plomero mayor de Rubén Moreira Valdez. Ha hablado de la calidad de las finanzas estatales, reconocidas según él a nivel mundial y que están consideradas por las calificadoras como menos que basura, que la deuda es manejable dentro del presupuesto, que no hay que renegociar nada, todo para que a la vuelta de la esquina se ponga a buscar con los bancos condiciones que en vez de tenernos endeudados por veinte años, nos tendrán por treinta, y así por el estilo.
Quedando bien con sus subordinados, cometió “el error” de pedirles las cartas de renuncia a sus colaboradores, sin que hubiera en ese instante la intención de ponerlos en la calle de la amargura, con lo que el clima de finanzas es desde entonces de todos contra todos y de cobrarse a lo chino antes que caiga la guillotina, en fin, ese es Lito.
La última que se dio a conocer, en boca del mismo funcionario, fue la del presunto robo de la papelería relacionada con la megadeuda, en hechos que habrían ocurrido en el año 2012, y en los que estaría “el arca perdida”, “el santo grial”, todo aquello que Indiana Jones andaría buscando para probar, como dice el secretario de finanzas, que lo que entró salió, o sea que los treinta y feria de miles de millones de pesos, que nadie sabe donde quedaron, para Ismael están en perfecto negro sobre blanco… lástima que se haya perdido… desde hace dos años, y que ni él, ni la contraloría, ni la procuraduría, ni los bancos, ni hacienda, ni el congreso local, ni el de la unión, ni nadie, tenga manera manera, o tenga ganas,de proporcionar una copia de los papeles para que ahora sí, se explique lo inexplicable.
Falta de imaginación, según Lito se robaron los documentos, esos documentos, bueno y otros además, pero esos. En otros tiempos lo que hubieran hecho es prenderle fuego de manera accidental o ni siquiera eso, con tal de desaparecer la evidencia de que hubo la ratería que se presume que existe. No, ahora nomás salen con que alguien dejó la puerta abierta o que traía llaves, y que se llevó lo que le vino en gana, lo que podía incriminarlo, sin que nadie se diera cuenta o se le pusiera enfrente, ¿y debemos de creerle?
Ahora resulta que hay que dar borrón y cuenta nueva, resulta que no fue fraude lo de la megadeuda, fue robo, todo lo que se había avanzado, no habrá servido de nada, y Homero y sus ministeriales tendrán que volver a comenzar, gracias a Lito que de nueva cuenta cumple con su función de distractor, de tapadera, a satisfacción de su patrón de lo que es sin lugar a dudas, el robo del siglo, para más abundamiento, a costa de generaciones de coahuilenses por venir.
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