El juego de las estrellas del beisbol de las Ligas Mayores que nació como un atractivo adicional para la exposición mundial de Chicago en 1933 y que reunió a los más grandiosos peloteros de AQUELLOS TIEMPOS, tuvo que esperar 18 años para que un jugador latino estuviera en el clásico de media temporada que con el paso del tiempo se ha convertido en el espectáculo que compite en el interés de los norteamericanos con la Serie Mundial de este deporte.
El honor de ser el primer latinoamericano en participar en un juego de estrellas correspondió al excelente short stop venezolano Chico Carrasquel en su segundo año con las Medias Blancas de Chicago. Para el tímido jugador que cubría el campo corto de los “patipálidos” con admirable maestría, estar en él mismo equipo en el que alineaban estrellas de la talla de Joe Dimaggio, Ted Williams, Yogi Berra, Gerorge Kell, Eddie Lopat y Bob Lemon entre otros, era como un sueño que tuvo la virtud de abrir el camino para las estrellas del sur del Rio Grande y del Caribe hacia el clásico de media temporada. Esto sucedía en 1951.
Tres años después, en el juego de las estrellas de 1954, se dio el caso, insólito para AQUELLOS TIEMPOS, que no se ha repetido, que tres jugadores latinos abrieran la alineación de la Liga Americana del juego espectáculo que año con año esperan ver los fanáticos de Estados Unidos y de América Latina, los más afortunados, directamente en los estadios de la gran carpa y los demás, a través de la radio y la televisión.
Chico Carrasquel, defensor de las paradas cortas, abría la alineación de la Liga Americana, el cubano Minnie Minoso quien cubría uno de los jardines era el segundo en el orden al bat y el tercer turno lo ocupaba el grandioso mexicano Beto Ávila, guardián del segundo cojín, quien ese año conquistó el primer campeonato de bateo para un toletero norteamericano jugando para los Indios de Cleveland y, para completar el cuadro, el cubano Sandalio Consuegra formaba parte del cuerpo de pitcheo del mismo equipo. Desde entonces el idioma español se escuchaba siempre en las casetas de ambas ligas, Los latinos son piezas importantes en el juego de estrellas.
Hasta 1933, ochenta y ocho jugadores latinos han visto acción en los juegos de las estrellas. Muchos de ellos, han brillado en el clásico y han sido factor importante para el resultado final. Recordemos algunos casos. También muchos han participado más de una vez.
Puerto Rico ha enviado al juego de las estrellas 28 estelares y tiene en su haber el caso difícil de igualar de que los hermanos Alomar han jugado en 1990, 1991 y 1992, mientras que el padre de ellos el grandioso Sandy Alomar, también estuvo presente en el clásico de 1970 cubriendo el segundo cojín.
Le sigue República Dominicana con 23 estrellas, Cuba con 18, Venezuela con 9, México con 5, Panamá 4 y Nicaragua uno. Sin embargo, corresponde al panameño Rod Crew, el honor de haber sido seleccionado para participar en más clásicos de media temporada que ninguno con 15 participaciones, además, fue el jugador que más votos obtuvo de los aficionados en 4 temporadas. Le sigue el inmortal Roberto Clemente, quien estuvo presente en 14 encuentros.
La designación del jugador más valioso en el juego de las estrellas, la han obtenido cuatro peloteros latinos: el dominicano Juan Marichal en 1965, el cubano Tany Pérez en 1967, David Concepción de Venezuela en 1982 y el dominicano Julio Franco en 1990.
En 1991, quince jugadores latinoamericanos fueron seleccionados para participar en el clásico de media temporada, estableciéndose así un récord y que da una clara idea de la brillante actuación de los peloteros del sur del Rio Grande y del Caribe en el mejor beisbol del mundo.
El lanzador dominicano Juan Marichal ha participado en ocho juegos de estrellas y comparte ese récord con los grandiosos Don Drysdale, Tom Seaver y Jim Bunning. Marichal, Drysdale y Seaver están en el Salón de la Fama de Cooperstown, Nueva York y Bunning tiene un lugar reservado en el recinto de los inmortales.
Hace 43 años, cuando Chico Carrasquel debutó en un juego de estrellas, todo el espectáculo se llevaba a cabo en un solo día; en la actualidad, se utilizan dos días para el clásico. El día previo al encuentro, con el estadio lleno de fanáticos que pagan grandes sumas para ver a sus ídolos, se realizan las competencias de campo y se permite la toma de fotografías con los jugadores. Al siguiente día, con parque nuevamente lleno se enfrentan las dos escuadras con las estrellas del momento.
Cada jugador recibe por lo menos un bono de cien mil dólares por su participación, además de los jugosos premios para los más destacados y el trofeo especial al jugador más valioso. Para los latinos el juego de las estrellas representa una magnifica oportunidad para aumentar sus ingresos. En el último clásico de 1993, catorce jugadores de origen hispano tomaron parte en el encuentro.
Y todos ellos jugaron con la seguridad de un profesional del beisbol. Atrás quedó la timidez con que el venezolano Chico Carrasquel tomó el bat por primera vez en aquel juego de julio de 1951 que abrió las puertas a los latinos hacia la fama y la gloria del espectáculo de media temporada del beisbol de las Ligas Mayores.
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