
El gobernador Rubén Moreira Valdés, en ocasión de su tercer informe de gobierno, reiteró lo que ha sido una de las banderolas de su administración, la de que Coahuila, allí donde lo ve, es un referente nacional, la envidia de propios y extraños, y malagradecidos todos aquellos que andan por allí quejándose de un gobierno dinástico como el que han impuesto y pretenden perpetuar por los sexenios de los sexenios, en parte como medida de seguir medrando de los recursos públicos y en parte para cuidarse las espaldas de la persecución a que habría lugar en el momento en el que otros se encumbraran, y que muy bien harían en corretear a los saqueadores, congraciándose para siempre con el respetable.
Como no vale la pena ponernos a inventar el agujero de la dona, copiamos textualmente lo que dice el documento que presentó a la dormilona legislatura del Congreso del Estado en calidad de tercer informe y antes de bautizar con el nuevo lema del estado, un estado con energía que terminará por freírnos al sol inclemente de estas tierras: Las acciones del eje Un Nuevo Gobierno, plantean el establecimiento adecuado de las herramientas de planeación y evaluación para mejorar nuestro quehacer gubernamental; en la modernización y actualización del servicio público que ofrecemos; en una gestión clara en los recursos públicos y en el fortalecimiento de las mejores prácticas de gobierno con transparencia y rendición de cuentas, así como, en contar con personal calificado para ejercer nuestro desempeño.
Tan solo este pequeño párrafo del informe gubernamental da para sicoanalizar al conjunto y a quien encabeza la administración que sufren los coahuilenses y que reitera Rubén que todavía faltan tres años, tres años en que habremos de ver lo mejor… Diosito nos agarre confesados. Por principio de cuentas eso de un nuevo gobierno no se lo traga nadie, a todo el mundo le consta que las maromas y malabares que se emprendieron a inicios del sexenio la única intención era la de cambiar para que todo siguiera igual. Todavía se recuerda que durante todo el sexenio pasado, interinato incluido, se manejó que era Rubén y no Humberto el que tomaba todas las decisiones, sobre todo aquellas de orden legal, ¿de quién fue la gran idea del sexenio pasado cambiar la Procuraduría General de Justicia por fiscalía?, pues ha de haber sido del abogado de la familia, que cuando le tocó dolorosamente sentarse en la silla de gobernador, no se le ocurrió mejor idea para limpiar el cochinero que habían dejado los hermanitos Torres Charles, que desaparecer la fiscalía para restablecer la procuraduría, dejando las cosas como estaban en la forma, pero en el fondo lo suficientemente enrevesadas para que nadie pudiera desenmarañar ciertos asuntillos que no les convenía que vieran la luz. ¿Qué van a hacer ahora Rubén y su equipo del bacheador, el pavimentor y su amigo el Chapo… pote, que ya se aprobó la transformación de la Procuraduría General de la República en fiscalía general de la República?, lo obvio en esta democracia obedientemente republicana que nos caracteriza, los estados tengan que imitar lo que hace la federación, de risa loca es lo de un gobierno que se presume de nuevo, y que cambia de fiscalía a procuraduría y en reversa cada par de años, como que las mentadas acciones y herramientas de planeación y evaluación nomás que dice el parrafito en la mesa de disección, no tienen la más mínima coherencia, más bien podríamos diagnosticarlas de esquizofrénicas de no ser por la inclusión de la palabra “quehaceres” porque como nos atrevimos a sugerir líneas arriba, buena parte de lo que hace el gobierno es labor de limpieza, o quizá sería más correcto hablar de desaparición de evidencias, porque a eso y no a otra cosa equivale que nadie se de cuenta de los desfalcos en las arcas estatales, que desaparezca la documentación, que nadie presente denuncia, que teniendo preso al delincuente lo dejen huir, que detectándose a donde fue a dar la lana robada digan que no es de aquí y que no la reclamen, que se desdigan de se perdió la documentación, que digan que la deuda es manejable pero que piden prestado para pagarla y la refinancian, por mencionar solo algunos de los bandazos declarativos del gobernador y su camarilla.
La parrafada sigue hablando de la modernización y actualización del servicio público, del cual muchos se podrán quejar de que antes eran beneficiarios y de tres años para acá les pintan puros cuernos retorcidos, mientras que los gobiernícolas, los nuevos gobiernícolas se paran el cuello hablando de lo que no existe, si el gobierno son obras y son servicios ¿Cómo se puede pretender convencer de que se moderniza y actualiza lo que no hay?, y no lo hay por la absoluta ausencia de lo siguiente que dice el rollo del ejecutivo, la gestión clara en los recursos públicos, donde por una ninfa reparada en un taller de hojalatería les cobran un millón de pesos, treinta y cinco por el árbol de navidad que la aplastó a inicios del 2014, y un sinfín de gastos sospechosamente inflados que violan la lógica de cualquier operación comercial privada, pero en tratándose del gobierno el cielo es el límite, además de lo que denomina el “fortalecimiento de las mejores prácticas de gobierno con transparencia y rendición de cuentas”, ¿Cuáles son esas mejores prácticas, la de certificar a todos los policías como confiables para que a la semana resulten halcones, violadores, asaltantes, secuestradores?
Si el discurso, revisado y vuelto a revisar es un reflejo de lo que ocurre en el CPU de los gobernantes actuales de Coahuila, ánimas que en los tres años restantes en estado no termine cayéndose en pedazos…
Deja un comentario