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A los súbditos cobardes les espera gran sorpresa real: a la tenencia ¡le seguirá el canje de placas!

reyezuelo Ruben MoreiraLa irá de Vuestra Majestad Rubén de la Moreira caerá contra los ingratos que dudan de su honorabilidad, don de gentes y dador de vidas.
¡Habrase visto pueblo más desagradecido que el deste reino de las Coahuilas de México! Este reino que siempre soñó que fuera suyo, en cuya silla quiso sentarse siempre para ser pródigo y magnánimo con sus lacayos y súbditos, tal y como lo ha hecho en estos últimos seis años.
Pero los cortesanos y los lacayos son traidores y la plebe siempre está inconforme. No hay medida adoptada que les cuadre, que les quede como saco de sastre en sus raquíticas humanidades. No, siempre mantienen viva esa inconformidad, esas ganas de molestar, de agredir, de intrigar contra quienes deberían de venerar más que a reyes, ¡como dioses!
Solo eso faltaba, que un puñado de menesterosos osaren intrigar en su contra hablando de su Casita Blanca, hermosa, rodeada de nogales frondosos y calles empedradas, esa que tuvo a bien obsequiarle un constructor honrado que así cumple cabalmente con devolver parte de lo que pródigamente le entrega el reino.
Ah, esa Casita hermosa donde se da rienda suelta a los deleites de la vida. Sus altas paredes blancas impiden el paso del mismo aire. No hay mosco que muera en el intento de alcanzar el interior de esta residencia construida especialmente para el Reyezuelo Rubén de la Moreira. Y ni hablar de esos interiores donde se escucha el correr cantarino de las aguas en los jardines y las fuentes. Donde son gendarmes inamovibles y silenciosos los selectos rosales dorados como la Gran Corona de las Coahuilas.
La guardia real, compuesta por un puñado de hombres preparados en Israel, -especialistas en el manejo de las artes marciales y las armas más sofisticadas –capaces de tumbar de certero disparo a un elefante o evaporar el aguila de una moneda mexicana en un abrir y cerrar de ojos–, impiden ver más allá de lo que pueden hurgar las narices de propios y extraños. Adentro de la mansión real, solo unos cuantos poderosos hombres de la corte como David de Agrillón, el secretario de Políticas que, a carta cabal, designa a cambios de unos cuantos pesos, a un puñado de candidatos a legisladores; el inquisidor Lito Ramos, el presidente de la Gran Corte, José María de Fraustro, entre una docena más de «leales amigos» al trono y al Reyezuelo, han alcanzado a estar sentados en los mullidos sillones de la espaciosa sala de paredes blancas de las que penden verdaderas obras pictóricas y jarrones traídos de Asia.
Ahí los incrédulos y serviles cortesanos beben buenos vinos, de cosechas de las que aun quedan unas cuantas botellas en el mundo, única y exclusivamente en la cava del Reyezuelo donde permanecen escondidas de la luz en cajas de madera selladas. Tan selectos vinos son servidos en copas de cristal de bohemia grabadas con el emblema de la Familia Real, una M derecha que sustituyó a la inclinada, que aun hace recordar las incursiones políticas del fundador de la Monarquía: Don Humberto de la Moreira, hoy desterrado desta región por mandato divino y directo de su sucesor, el Reyezuelo Rubén de la Moreira.
Pero los vinos, las copas, las suculentas viandas y los recuerdos no lo son todo en esa Casa Blanca de exquisito gusto, los muebles aun guardan el aroma de la madera con que fueron elaborados. Las exóticas maderas aparecen ante la vista convertidas en verdaderos muebles trabajados por manos artesanas expertas. El amaranto, la caoba, el palo de Cayena, el ébano y hasta el arce de América, no se doblegan ante la presencia de los muebles de palo de rosa, guayaco y el aromático sándalo. Estar en esa residencia es entrar casi al paraíso. Es penetrar en un mundo paralelo al que viven el común de los hombres.
Hay muchas, muchas más cosas que escribir sobre este bunker real, esta catedral de dispendio, de las cosas que hay dentro, de esos tesoros que jamás verán los ojos de la plebe porque ni a eso tienen derecho. Ellos tienen su propia tarea: trabajar, ser productivos y pagar el diezmo a su Reyezuelo para que éste sin carencias, ni problemas de ninguna especie, pueda dirigir bien los destinos de su pueblo, de prodigarse en leyes benefactoras.
Por eso, porque ha dedicado su vida a servir a sus súbditos que hoy se presentan como malagradecidos al criticar su Casita Blanca es que Vuestra Excelentísima Majestad Don Rubén de la Moreira está molesto. Su irá le ha llevado a gritar con su voz chillante y molesta a su corte, a sus lacayos. Les ha pateado el trasero y arrojado a sus finas ropas los vinos caros. Su jefe de Prensa, Pepillo de la Vega es señalado como el responsable de que se deteriore la imagen del Reyezuelo, aunque en realidad de lo único que es culpable es de ser un sujeto torpe con poco seso para las actividades creativas, cuya obra se concreta a saquear las arcas del reino para, un día, tener su propia Casita Blanca.
Su Majestad Don Rubén de la Moreira no ha podido dar con los traidores que a diario filtran información de su Casa Blanca, de sus viajes, de sus gastos y de sus gustos aunque, casi está seguro de ello, son aventureros a los que les abrió las puertas del reino. Son malagradecidos a los que muy pronto habrá de cercenar sus cabezas y las hará rodar en la Plaza Principal para que, quienes los sustituyan en los encargos, no cometan los mismos errores, pero más que nada, no osen provocar la ira de su gran benefactor, el Reyezuelo de las Coahuilas de México.
Por lo que hace a las críticas de su pueblo, ya habrá forma de cobrarles caro esa osadía. Por lo pronto, se ha ordenado a Lito Ramos, el inquisidor, que vaya con todo contra los deudores de tenencias, que les apriete las tuercas y los haga llorar sangre y, cuando acaben de pagar esos impuestos, les reservará una sorpresa que les hará entender quién manda en esta región: a esos súbditos cobardes que le han criticado tanto habrá de endilgarles el pago de nuevas placas de automóviles… ¡Y haber si siguen criticando a Don Rubén de la Moreira y su derecho a disfrutar de su Casa Blanca!

One thought on “A los súbditos cobardes les espera gran sorpresa real: a la tenencia ¡le seguirá el canje de placas!

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  1. Como plebe inconforme debo sugerir que usen la tecla enter. es cansado leer así de corrido.

    A lo mejor entre párrafos sería bueno poner imágenes. y texto justificado. con eso yo creo que con eso mejoraría mucho la página. Que tengas buen día

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