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SALARIO E INFLACIÓN

Noticias Diversas.-

Escribe: Héctor Barragán.-

maquilas

Con la mejor voluntad del mundo los legisladores de 1917, los del centenario de la Constitución que este año se celebra en todo el país, con la intención fundada en haber jugado la vida por mejorar las condiciones de vida en el país, valga la redundancia, aquellos héroes anónimos de hace un siglo dictaron la carta legal máxima del país, que los salarios por un trabajo desempeñado serán obligatorios, siempre, además, que deben ser suficientes esos pagos, para que el trabajador viva decorosamente, con dignidad, que coma bien, vista igualmente, habite en vivienda suficiente y aún tendrá educación y derecho a disfrutar de placeres honestos.

Lo cual bien escrito en el artículo 123 constitucional, seguramente nunca se ha cumplido, pero más aún, jamás se llevará a efecto, a juzgar por la evolución de las leyes y las prácticas de remuneración laboral.

El colmo es que las autoridades en la materia, Secretaría del Trabajo y sus dependencias, solapan las negociaciones por debajo del salario mínimo, que ellos mismos, conocedores del ramo, han calculado y publicado, que se necesitan por estos años de 2017, del Centenario constitucional, se requieren lo menos 4 salarios “mínimos” para alcanzar el mínimo que requieren las condiciones de vida convenientes para vivir decorosamente.

Por si fuera poco, el gobierno, tutelar de los trabajadores y de la paz social, instituyeron una comisión Nacional de Salarios Mínimos, encargada de estudiar y cuidar ese salario mínimo, el real, no el de corte burocrático, el que solamente es el 25% del necesario.

Eso desde el punto de vista social, pero hay otro enfoque, de gran trascendencia social también, que consiste en que un salario suficiente, el de cuatro veces, sería suficiente para que la economía funcionara al 100%, eficientemente, con máxima ganancia para los productores y probablemente hasta para los intermediarios y todos los satélites, es decir, todos los que no producen bienes y servicios con verdadero valor económico.

De donde se desprende que son mal informadas, tendenciosas y falsas, las voces empresar8iales y sus cámaras, que se oponen sistemáticamente a los aumentos de salarios, los cuales se hallan de momento solamente a nivel de propuesta, de proyecto, como que se sitúan como máxima en un alza de solo 40%, es decir, totalmente insuficiente.

Aseguran que con un aumento tan considerable se provocaría un alza generalizada de los precios, lo que se denomina inflación.

Cuestión que conduce al origen de las elevaciones de precios, que se encuentran en los productores y en los comerciantes, apoyados por los demás intermediarios y sin dejar de considerar a banqueros y gobierno, que llevan una parte siempre, de las cuentas que se llevan entre los consumidores y quienes elaboran los productos y servicios de consumo.

Porque usualmente aumentarán, como lo han hecho siempre, los precios en la misma proporción en que incrementa su costo por concepto de mano de obra. Por ejemplo, un aumento del 40]% en los salarios los llevará a aumentar sus precios en 40% aunque el alza en su costo de producción por concepto de mano de obra baya a incrementarse solamente en 4% y el resto de sus costos no tengan por que elevarse.

El acabose sería llevar los salarios mínimos cuatro tantos arriba, porque los comerciantes estarán aumentando en 40% sus precios, lo mismo que sus proveedores e intermediarios, es decir, se presentaría una inflación galopante.

Y sin embargo, no hace falta la declaración oficial de alza en los salarios mínimos, para que los que pueden hacerlo procedan a aumentar sus cotizaciones, hace falta solamente el rumor de que la autoridad del Distrito Federal o la Cd. De México propugnen por mejorar sueldos y salarios, para que comerciantes comiencen su carrera alcista, o que varié, hacia arriba el precio de la gasolina o lo que sea.

Sin recato alguno subirá los precios de todo lo que se les ocurra, el pan, las tortillas, la leche o en la caja apreciará que su dinero vale menos cada ocasión de rumor.

Aunque algunos empresarios conscientes no estén de acuerdo, sus representantes opinarán mayoritariamente en contra de elevar salarios, según declaran, porque se desatará la inflación… sin considerar que nunca han amarrado sus precios ni considerado que manteniendo precios o incluso reduciéndolos, pueden aumentar sus ventas, su mercado y sus utilidades.

Aunque no reconoce que al bajar precios efectivamente su clientela aumenta, muchos de los agentes del proceso económico del lado de la oferta, o sea empresarios y comerciantes se resisten a hacerlo porque representaría más trabajo, lo cual es posible, aunque no demasiado, en muchos de los casos significaría algo de trabajo, cuando son comerciantes que se ganen por el dicho de “bien vendido o bien podrido”.

El hecho de que México haya entrado en firme al liberalismo, a la globalización, ha dejado sin efecto las medidas restrictivas al comercio en cuanto a precios, eliminando los sistemas de control que anteriormente eran administrados con mayor efectividad y simpleza, volviéndolos inútiles y solamente generadores de salarios y raras veces de equidad y protección popular.

De la misma forma que resulta ridículo que haya una Comisión de Salarios Mínimos cara y teórica, como las Juntas de Conciliación y Arbitraje, volcadas a favor de los patrones y no de la conveniencia económica del sistema económico y de los trabajadores, los agentes del consumo más efectivos.

Igualmente resulta absurdo en gasto en capítulos tales que no sirven a los intereses del sistema como lo harían los recursos empleados, desde otras actividades, como la acreditación.

La inflación, el fenómeno de alza incontrolada y generalizada de los precios, es el medio más efectivo de difundir la pobreza, una especie de impuesto que pagan todos, pero que beneficia mayormente a quienes tienen la posibilidad de modificar sus ingresos, vía precios, o automáticamente como producto de la misma inflación, los impuestos, losingresos del gobierno.

Es un medio prácticamente indefendible, imperceptible en sí, pero con el cual la mayor parte de la gente es perjudicada, a costa de unos pocos beneficiados. Podría calificarse como un instrumento malvado para el cual no hay defensa posible y por tanto debe evitarse a toda costa un gobierno que se precie de ser adecuado, equitativo y justo, calificativos que le deben ser inherentes.

Un medio sencillo de contrarrestar la inflación es promover el aumento de la producción de los bienes y servicios, conforme se detecte su deficiente oferta, a base de inversiones directas e incentivos fiscales para acelerar el proceso, incentivos y facilidades fiscales que serán compensadas con el aumento de la oferta generalizada.

Cierto es que hay factores externos que pueden fomentar la inflación, pero los cuales no hay que andar buscando para utilizarlos como explicación o pretexto, sino para contrarrestarlos a base de oferta de mercancías y servicios y la intervención que sea precisa, aunque no es la fundamental, en el manejo de dinero y crédito, es decir, la oferta monetaria que hubiera de restringirse.

Sería de la segunda guerra mundial, antes de iniciada, Alemania vivía una terrible situación económica como consecuencia de la sangría humana, los daños sufridos en la contienda que perdiera y la pesada carga de los cargos por reparación cobrados por los triunfadores.

La inflación era justamente calificada de galopante y consta en libros especializados que por ejemplo una cuanta de restaurante era solicitada y pagada antes de consumir porque al final la cuenta había subido considerablemente.

Se decía que para cuentas muy elevadas, era preciso llevar el dinero en carretillas.

Razones había entonces de descontento y desesperación, que facilitaron la subida al poder nada menos que Adolfo Hitler.

Su ministro de Hacienda y presidente del Banco Central Hjalmar Schacht, entre otras disposiciones, informó a los productores de papa alemana que abriría las fronteras, para abaratar este producto de subsistencia básica; le solicitaron un plazo de pocos meses y antes del vencimiento del término, los productores recurrieron a él para pedirle que abriera las fronteras, porque habían conseguido aumentar la producción lo suficiente para sostener baja la cotización.

Con medidas de este tipo, contacto con productores y asistencia financiera y seguramente comunicación técnica se consiguió la recuperación económica del país rápido y en forma increíble, colocándolo de nuevo en los más altos sitios del mundo.

Como dato curioso, se atribuye al dirigente la idea del auto compacto de mayor fama en el siglo pasado, el automóvil del pueblo. Volkswagen, un auto pequeño, de capacidad razonable, barato, sencillo de  manejo y mantenimiento o mínimo, que sirvió lo mismo para la guerra en todo terreno, que para estimula la economía en general.

 

 

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