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NUEVA CONSTITUCIÓN

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Noticias Diversas.-

Escribe: Héctor Barragán.-

Periódicamente insisten algunos intelectuales en la conveniencia de elaborar una nueva carta magna, una serie de disposiciones legales de alto nivel, para regir la conveniencia mexicana. Se recuerda que desde 1917 comenzaron seguramente las modificaciones al instrumento vigente y hace pocos meses se informaba de más de 600 modificaciones.

Lo cual significa que, desde la primera reforma a las disposiciones contenidas, dejó de tener vigencia la carta original y se pudo hablar de una nueva reglamentación básica o fundamental.

Seguramente debido, que se propusieron y aprobaron las reformas al articulado, a sus grupos de personas, interés es y aún países, debido a que no les gustaba la redacción primaria, por lesionar sus beneficios anteriores o futuros.

Porque la Constitución de 1917 pretendía beneficiar a la mayoría de los habitantes del país, beneficios que invariablemente se les han escatimado, pero las adecuaciones legales se encaminaron a debilitar, disminuir esos beneficios conforme a las leyes, para contentar a los afectados con esas presuntas bondades.

Ventajas o beneficios que se han quedado en calidad de buenos propósitos y fallidos, como los de principio de año.

Desde un inicio, diversos ordenamientos constitucionales molestaron interese, pero en grado tal que provocaron levantamientos en armas y asesinatos, quizá más significativos y frecuentes como los que se registran en estos tiempos con la pretensión Venezolana de elaborar su constitución.

Que como ocurre frecuentemente, se ignora lo que contiene, solo rumores de que el proyecto del Presidente Nicolás Maduro es incluir en su Carta Magna, la posibilidad de perpetuarse en el poder. Aunque insiste el Mandatario en continuar la idea del finado Presidente Chávez de hacer de su país un lugar con mayor justicia o con menor injusticia, entre otros renglones, en el ámbito económico.

Porque se reconoce a ese país como una nación rica, aunque básicamente productora de petróleo y escasa de todo otro tipo de satis factores, es decir que trata de una país y de un pueblo pobre, para decirlo en solo dos palabras.

Durante muchas décadas ha sido importante productor y exportador de hidrocarburos, sin conseguir desarrollar las actividades productoras necesarias a su economía, como si hubiera consigna de mantenerlo en situación desventajosa, altamente dependiente de las economías poderosas, suministradoras a esas mercancías de consumo necesario y consumidores de energéticos.

Es arriesgado asegurar que esto ocurra, pero sencillo sospecharlo, porque la otra posibilidad real es que los dirigentes del bello país venezolano, particulares y gubernamentales, sean incapaces o susceptibles a las corruptelas y a la subordinación técnica, política y económica que viene aparejada con los negocios, desde la remota antigüedad.

Y regresando a la constitucionalidad, ocurre en México, que muchos de los postulados, son meras intensiones positivas, pero tan lejanas, como la aspiración de una República, democrática y tantas cosas más, pero que en el curso de los años se han olvidado, o alejado del significado prístino.

Las modificaciones sufridas han suavizado el peso de la carga original, o hecho desaparecer la exclusividad que existía para la explotación del suelo y sus recursos naturales por parte de particulares, para que intervengan personas o agrupaciones con la mayor capacidad técnica o económica.

El señuelo para las modificaciones es el de siempre, el mayor beneficio y los menores costos para el otorgamiento del servicio, como la energía, la educación, el uso del suelo y los recursos ocultos bajo el mismo.

Si bien la realidad del bienestar prometido es el largo plazo y seguramente nunca sucederá, como es de presumir que habrá de acontecer.

Se apuesta a ojos cerrados a la competencia que acompaña al capital extranjero, pero no vienen a enseñar ni a ganar poco, sino justamente al contrario. La competencias es positiva, sin duda, definida como capacidad aumentada, habilidad, lo cual se consigue con tesón e inteligencia aplicada, pero la que ha venido derrama una reducida cantidad de buenos salarios y otro tanto de aumento de productividad, pero en ámbito restringido.

Y los países desarrollados no lograron su situación de privilegio otorgando altos impuestos al gobierno, ni salarios elevados, sino más bien al contrario. Y concurren a otros sitios donde recibirán lo mismo, mano de obra barata, privilegios fiscales, exenciones y facilidades de todo tipo. Si compartieran una parte importante de sus beneficios otra cosa sería, muy diferente y serían recibidos con gusto en los que llegaran a promover el desarrollo económico y del factor trabajo.

Ninguno de esos países industrializados ha tenido que ceder sus tierras y sus riquezas del subsuelo a los industrializados e inversionistas ajenos, sino que preservan para su uso propio y defendidos por los gobiernos. Su mano de obra, aunque explotada lo es menos que en los sitios que han venido colonizando.

Tampoco tuvieron que modificar las leyes que protegían a sus trabajadores, para que llegaran los extranjeros a aprovecharse de la baratura de sus esfuerzos. No les fue necesario y este país no había tenido que abaratar los salarios para aumentar las inversiones extranjeras que vengan a solucionar sus problemas y carencias.

De dar pena a los gobiernos es la realidad de este siglo que las economías más poderosas del mundo genera millonarias caravanas de buscadores de empleo. Su tecnología, basada en cuantiosas inversiones acumuladas a lo largo de siglos, no es otra cosa que trabajo e inteligencia sumadas, que no han enfocado a aumentar los lugares de empleo bien remunerado, como para hacer llegar a la humanidad entera, por lo menos el bienestar material, alimentos suficientes, habitación cómoda para todos y algunos beneficiarios adicionales que jamás serían gratuitos, pero su fuentes de trabajo e ingresos.

Por supuesto que ninguna ley será capaz de producir la justicia económica, la que obligaría a pagar un salario justo o al menos suficiente para sobrevivir a las necesidades del trabajador modesto; o que como contraparte, invitara a los empresarios a tomar únicamente lo que en justicia les corresponde en su calidad de promotores de los negocios y propietarios de los medios de la producción, pero es menester insistir en la necesidad de que esto ocurra.

Pudiera formar parte de esa nueva cultura tan necesaria para contar un sistema de vida en que prevalezca la paz, la tranquilidad, el respeto a la propiedad de los demás, la eliminación del gusto por las cosas suntuarias, superfluas, que no sirven más que para propiciar la avaricia, la envidia; porque la ostentación, en un medio donde hay pobreza, no hace otra cosa que suscitar sentimientos innobles.

Por cuanto no es necesario un auto lujoso para cubrir las necesidades de transportación, ni una casa amerita decenas de servidores para atenderla, limpiarla, cuidarla, ni lograr un patrimonio del que se pueda disfrutar sin dificultad, cosas todas estas que restringen la capacidad del sistema económico para sostenerse, desarrollarse razonablemente  bien y en armonía.

Ninguna legislación servirá para limitar la apetencia de acumulación desmedida, irracional, como son las fortunas de las que se ocupan algunas publicaciones especializadas, los festejos de ciertas personas en que el dispendio trata de superar las fantasías de los cuentos de hadas, de la magia y de los cuentos, acumulación y dispendio que por razones sencillas,  restringen la vitalidad del sistema económico para subsistir, para mantenerse justamente en armonía y en progreso.

Si bien es de señalarse que en la legislación vigente, así como en la que se ha sustituido, hay temas que es conveniente cumplir para lograr mejores condiciones de vida, al menos malas, de llevarse a su pleno cumplimiento.

Tales la educación, que debe producir mexicanos capaces de afrontar los duros retos de cada profesión o actividad, desde la más simple hasta la más profesional.

El de utilizar los recursos nacionales intensa y racionalmente, para generar salarios elevados, satisfactorias bastantes a las necesidades propias y los excedentes para vender en el exterior, con provecho, de manera de atender las importaciones de aquellos que no sea razonables producir localmente.

Se insiste en un tema que todos conocen, aún los dirigentes del país en lo político y en lo económico, aprovechando los recursos en modo tal que reciban el valor agregado máximo para beneficio de los trabajadores mexicanos.

Y de momento, es cuanto.

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