BAILE Y COCHINO.-
Por: Horacio Cárdenas.-
Nos contamos entre las decenas, si no es que ciento de millones de mexicanos, que opinamos que los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de la Nación ganan demasiado dinero, sobre todo en comparación con lo que sacan de raya los sesenta y feria millones de paisanos que sobreviven por debajo de la línea de la pobreza, y aun por comparación con lo que se embolsa el presidente de la República y su dilecto gabinete, pues aquellos impolutos dispensadores de bien, bondad y justicia, se embuchacan más que todos ellos, y ¿oh sorpresa!, esto en franca violación al ordenamiento jurídico que dice que nadie, absolutamente nadie, sea su responsabilidad la que sea, el refresco que lo patrocine y el pedigrí que ostente su chip, puede percibir más dinero como servidor público que el titular del Poder Ejecutivo Federal. Pero si son los magistrados los primeros en pasarse la ley por el proverbial arco del cuestionable triunfo, ¿Qué nos esperará al resto de la pelusa nacastoche, cuando acudimos a mendigar que las cosas que nos atañen sean puestas al derecho?
Que dicen, para justificar los sueldazos que tienen estos fulanos, que esto es para hacer fuerte su “incorruptibilidad” que traducido al lenguaje de la barriada, equivale a decir que nadie les llega al precio, que ninguno de ellos arriesgará sus jugosos emolumentos para hacerle un favor a ningún demandante o demandado de justicia. Vaya usted a saber qué tan cierto pueda ser esto, ¿pues acaso se les pide que elijan un ingreso con respecto a otro?, más bien ellos y sus clientes esperan que se apilen, se acumulen hasta llegar a constituir fortunas escandalosas, que en este país y en ese negocio, nadie está conforme con lo que tiene, aspirando siempre a más.
Como siempre que se habla de impartición y administración de justicia en México, es necesario sacar a relucir la estadística de que nuestro país se lleva el premio en cuanto a falta de aquella y mula eficiencia de esta, con un 99% de impunidad en cuanto a que un delito cometido se lleve, gracias a la atingencia de las instancias involucradas, a la consecuencia deseable de que el perpetrador sea procesado y cumpla con la pena correspondiente, y a la víctima se le resarza el perjuicio causado.
Con ese dato en la mano, y pensando que los magistrados y jueves resuelven solo el 1% de los crímenes que se cometen en este Estado fallido, nos surge la duda de si los 400 mil pesos que se embolsan al mes los magistrados, corresponde al 1% de los cuarenta millones de pesos que deberían percibir… o si habría que bajarles su salario a cuatro mil pesos, proporcional al trabajo realizado, pero eso se lo dejamos a su enojado criterio.
Pero a lo mejor hay algo de cierto en que a los magistrados hay que pagarles por lo importante que es a final de cuentas su trabajo. Concretamente en el caso de los integrantes del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, son ellos y no otros los que luego de pasadas todas las instancias menores, toman la decisión última de si alguien que se presume ganador de unos comicios dados, se sienta a gobernar, o si anulan la elección, dando paso a que se repita, dándose incluso el gusto de castigar al humilde mortal prohibiéndole volver a contender.
Imagínese la de presiones que ha de sufrir un magistrado del Tribunal Electoral. A como se han visto las cosas en el caso específico de la elección para gobernador de Coahuila del pasado 4 de junio, directa, por interpósita persona, por redes sociales, derechas, chuecas, suavecitas, amenazantes, de oro y de plomo, las “sugerencias” y “recomendaciones” de inclinar la balanza de la justicia a favor del demandante o del demandado, han de estar de a peso.
Digo, que Enrique Ochoa Reza movilizara sus taxis y sus Uber para transportar a las huestes de priístas, los acarreados de siempre para armarles un borlote al Tribunal Electoral, se considera normal en la cosa política al estilo mexicano, las reiteradas conferencias de prensa con la presencia del gobernador electo, los actos del indispensable proceso de entrega recepción, la foto con el presidente de la República… todo eso es presión, bastante presión sobre todo la de Enrique Peña Nieto, que aunque pocos lo fumen, entre burócratas, sigue siendo el dedo que ordena y desordena, sobre el pleno y sobre la conciencia de cada uno de los magistrados.
Si a eso agregamos las metidas de pata del Instituto Nacional Electoral, que un día dictamina, luego se desdice del dictamen, un día se dice que lo que es, es, y al siguiente dice que cometió un error que ya se corrigió, pero que esta corrección servirá para el futuro, no para el proceso electoral que dio lugar al litigio, la verdad es que los magistrados no tienen otra que confiar en lo que ellos puedan inteligirle a las leyes, reglamentos, procedimientos administrativos y operativos, porque en ninguna de las instancias menores puede apoyarse, lo cual por sí mismo es una gran lástima.
Está por supuesto la opinión de los panistas, que también saben armar la gorda, no solo poniendo enfrente a Memo Anaya sino a su tocayo, el güerito más transa de todo Querétaro, Ricardo, siguiendo un plan marrullero que solo ellos entienden, le suben la presión a la olla del tribunal.
Está también el resto de la oposición que también ha echado su gato a retozar, no que vayan a sacar nada en metálico, pero ¿Quién les quita el gusto de hacerle la vida de cuadritos al PRI, pues no quede duda de que todo es contra el PRI y su candidato ganador?, hay que tener sangre de magistrado para soportar toda esta presión, escudándose si no en los libracos que contienen las leyes, en su efímero espíritu.
Agréguele que según cuentas nada alegres, de Coahuila son 38 los procedimientos que está desaguando por la coladera el Tribunal Electoral Federal, unos menores, otros mayores, el más grave que se ha manejado el del excederse en los gastos de campaña, pero desde acá afuera, si ya mereció llegar al TEPJF, es que ninguno es para despreciarse, por más que no todos sean causales de anulación de la elección.
Y sobre esto, ¿Quién nos dice que 37 se resuelvan a favor, y se conceda el premio mayor en contra, o viceversa?, los magistrados pese al lanal que ganan, también son humanos, tienen su corazoncito de oro de 25 kilates, se cansan de tanto chambear, y es probable que con tanto proceso se sientan agobiados, dando el resbalón para cualquiera de las partes.
Lo malo es que sus decisiones, éstas sí que son históricas, afectan el presente y el futuro de mucha gente, de un estado federado entero, e insistimos ¿les temblará la mano a la hora de votar y firmar pese a las presiones, o cederán al lado de las más pesadas?
Y téngalo en cuenta, pese a las fotos, las declaraciones, los procesos en marcha, mientras el tribunal no diga pio, sigue sin haber nada para nadie…
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