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Hal Newhouser… Zurdo de Oro de Aquellos Tiempos

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Escribe: Miguel Ángel Genis Guzmán.-

Nació en la industriosa ciudad de Detroit el 20 de mayo de 1921 y desde que dio sus primeros pasos tomó una pelota entre sus manos y soñó con jugar con los aguerridos Tigres de su ciudad natal. Sus sueños se cumplieron cuando cumplió los 20 años de edad y en poco tiempo se convirtió en el ídolo más grande del montículo de la década de los cuarenta para millones de aficionados al Rey de los Deportes.

Se nombra: Hal Newhouser y cuando jugaba en los equipos llaneros de la progresista ciudad antes de ser descubierto por los buscadores de talentos del beisbol organizado, sus compañeros de juego lo llamaban “el zurdo del brazo de oro”, sobre nombre que conservó en las ligas menores y con el que muchos fanáticos y cronistas del deporte lo conocieron durante sus años de gloria.

Tenía un poderoso brazo de gran velocidad y por lo mismo era muy descontrolado, pero cuando “salía por el jom” los bateadores contrarios tenían que cuidarse, porque no les permitía muchas libertades y con frecuencia los hacía abanicar el aire.

H sido el único jugador en la historia del beisbol en obtener por dos años consecutivos el título del jugador más valioso, ambas ocasiones con los Tigres de Detroit, en 1944, cuando ganó 29 partidos a cambio de solamente 9 derrotas, con un porcentaje de carreras permitidas de 2,22 por encuentro de nueve entradas, y en 1945, año en el que alcanzó 25 triunfos a cambio de 9 perdidos, con el bajísimo porcentaje de 1.81 en el renglón de carreras limpias.

Ese año, además de ser designado el jugador más valioso del beisbol, encabezó el cuerpo de lanzadores de los “felinos” que ganaron el campeonato y luego se llevaron la serie mundial pasando sobre los Cachorros de Chicago cuatro juegos a tres.

El Clásico de Otoño se adjudicó dos triunfos a cambio de una derrota, ponchó a 22 “cachorros”. Fue la última serie mundial de tiempos de la segunda guerra mundial y los estadounidenses estaban felices por el fin del conflicto bélico y porque el beisbol volvería a tener a sus grandes estrellas que habían ido al frente de la batalla a cumplir con sus derechos ciudadanos.

Su primer descalabro de esa fiesta de otoño, la sufrió Newhouser en el primer juego de la serie, cuando los cachorros le dieron una paliza a los Tigres con anotación final de nueve carreras a cero. Hal solo lanzó dos entradas, dos tercios y recibió muchos palos, permitió siete anotaciones, todas limpias. Eso hirió grandemente su orgullo de jugador más valioso y líder ganador del circuito.

El domingo 7 de octubre, Hal volvió por la revancha en la propia casa de los Cachorros, para el quinto encuentro que ganó ocho carreras a cuatro, dejando a nueve contrarios con la carabina al hombro. Los Tigres se pusieron adelante en el clásico con ese triunfo y estaban a un paso de conquistar la serie mundial, pero fueron derrotados al siguiente día por 8 a 7 en dramático juego de 12 entradas.

Con solo dos días de descanso, regresó al montículo para el séptimo juego que se celebró en Chicago ante más de 40 mil 500 aficionados que deseaban presenciar la coronación de sus queridos Cachorros de la pujante “ciudad de los vientos”. Pero la herida de la primera derrota en el primer partido todavía sangraba en el corazón de Newhouser.

Era la primera carta de Steve O´Neill, mánager de los Tigres, quien no dudó en ponerlo a lanzar en el juego decisivo, como en muchas otras ocasiones durante su carrera, el zurdo del brazo de oro no defraudó al confianza que en él depositaron sus compañeros y ante un lleno total en el estadio de Chicago, volvió a derrotar a los favoritos de la afición con anotación final de nueve carreras a tres y darle el triunfo de la serie mundial a los miles de fanáticos de su natal Detroit que recibieron a sus jugadores como auténticos héroes cuando éstos regresaron con el título de campeones del mundo.

Hal había sido elegible para participar en el clásico de otoño, de 1940, cuando llegó de novato a la escuadra de los Tigres, pero no participó en ningún partido. Los “felinos cayeron en esa ocasión ante los Rojos de Cincinnati cuatro juegos a tres.

En 1945, cuando estaba en el ocaso de su brillante carrera formó parte del cuerpo de lanzadores de relevo de los Indios de Cleveland que en ese momento tenía monticulista de la talla de Bob Lemon, Early Wynn, Mike García y Don Mossi que ese año impusieron nuevo récord en la liga americana con 11 triunfos. La historia todos la conocemos, “La tribu” cayó en forma humillante por cuatro juegos a cero frente a los Gigantes de Nueva York. Hal sólo les lanzó a dos bateadores en la quinta entrada del cuarto juego.

Newhouser nació el 20 de mayo de 1921 en Detroit, Michigan, ingresó al Salón de la Fama del Beisbol en 1992 y durante 17 temporadas en las ligas mayores (quince con los Tigres), obtuvo 207 triunfos a cambio de 150 derrotas, dejó con la carabina al hombro a 1,796 bateadores y su promedio de por vida en carreras limpias permitidas fue de 3.05.

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