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Ricos y pobres: la orquesta de las elecciones

ricos y pobres

Por: Sandra Mirella Martínez Chacón.-

Odios latentes resurgieron en los grupos de poder y llegaron a las masas, a los aferrados a una imagen, a los pobres que creyeron en discursos y aplausos. Los grupos de izquierda formados de antiguos representantes del priísmo recalcitrante vuelven a la carga. Irónicamente tachados de socialistas, son comparados con países que viven en la debacle, y se repiensa lo peor. El fenómeno se recrudece hasta límites inimaginables. En las redes sociales se comenta toda clase de temas con los peores insultos. Se reviven sucesos pasados, olvidados; se rescatan videos añejos de la pútrida política mexicana donde se peleaba en forma agresiva y persistente.

El país, nuestro “México querido”, se parte en dos, se resquebraja ante diversas posturas, influencias de lo funesto, ante la esperanza de unos y la fe inusitada del “mesías” que viene a resolver con magia problemas ancestrales. La ingeniudad, la credulidad, el rencor de antaño, de ancianos, de campesinos, que lo reciben con lágrimas en los ojos. El otrora líder convertido en héroe por un gobierno que trató de desaforarle y con ello lo redimió.

Se revuelcan las minorías de conservadores anteponiendo a su candidato, homónimo del que perdiera la gubernatura injustamente en el estado de Coahuila. Defienden a su cachorro argumentando sus títulos, su lenguaje, su avidez y elocuencia; los seguidores reflejando a la clase empresarial, a los archirricos que verdaderamente tienen razón en aferrarse a sus montañas de oro. ¡Claro que tienen razón en tener miedo! Temen lo incierto de la izquierda y la falacia de la repartición de las riquezas. Se aferran a sus lujos, a los logros ganados con el esfuerzo de generaciones, con herencias y apellidos. Se inflan ante la sola idea de perder las jugosas ganancias del celoso capital.

En las plazas, los aliados revientan reyertas que enfrentan al pueblo con los guardias, surgen discursos altisonantes que asustan a los ingenuos y ridiculizan a los líderes. Porque el riquín también hizo lo suyo, cuando se explayara en el congreso en aquellas desafortunadas decisiones de la reforma energética, entregando el petróleo a los extranjeros envuelto en un celofán. Luciendo sus impecables idiomas y su fachada de digno representante de un extracto que pretende ser elegante y europeizado. De traje negro y piel blanca, audaz e inteligente, avezado en las lides de los políticos rapaces, adinerados, que mantienen un estatus de alta sociedad.

El tercero en discordia, el candidato bronco, surge de una estela de poder que consiguió en un estado rico del norte del país, con el pico dulce, de haber conseguido un gobierno en una población cansada de gobiernos anteriores. Encuentra la coyuntura y se impone, y ahora quiere experimentar con la grande, sin lograr resultados. Los posicionados llevan la ventaja.

Igual lleva buen arrastre el partido del poder, el de los 70 años, desprestigiado, aborrecido por unos, aprovechado por otros, con grupos leales y constantes. Se han organizado y lo han sostenido a través de las décadas, ha sido heredero de luchas revolucionarias, de grandes familias que prosiguen empoderadas, cual monarquías en un país donde se prohíbe la realeza desde siglos atrás.

Todo esto en un pueblo donde la extrema pobreza nos rebasa y nos avergüenza. Basta dar un vistazo en el campo, en las colonias tercermundistas, quintomundistas diría yo; al pensarlas nos hacemos sordos y mudos, pero en ellas falta todo; sabemos de cierto que en estos lugares, el alimento se consigue con la jornada de cada día. No se vive, se sobrevive con los apenas 100 pesos conseguidos para la sopa y las tortillas, si es que se consiguen. Se rasguña prestado para el pago de la cuota escolar, el autobús, la renta, los servicios, etc. Se sufre. Se mendiga. Pero allá en las orbes políticas de los que todo deben y nada temen, se come y se bebe con una gula digna del tercer círculo de Dante. Pero no nos queda de otra. Los pobres debemos elegir el domingo a un nuevo rico gobernante, para ser olvidados en nuestra pobreza otros seis años. No nos queda de otra. A votar se ha dicho.

Saltillo Coah., Junio del 2018

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