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Las armas en este México asesino

J. Alfredo Reyes

En 1971 el escritor colombiano Fernando Vallejo abandonó su natal Medellín para venir a vivir a México y dejar atrás la violencia criminal, las masacres, los decapitados, los horrores de la “Colombia asesina”, como él le llamó a su patria en “la Virgen de los Sicarios”. Y tras 47 años de vivir en nuestro país ahora ha dejado a este “México asesino” para regresar a un Medellín más seguro y pacífico, lo cual, nos debería dar vergüenza porque aquí, hasta los migrantes bloquean carreteras, agreden policías y no tardarán en ser parte del fenómeno delincuencial.

Hace diez años publicamos un artículo sobre la violencia criminal. Dijimos entonces que el desastre que vivía México era descrito en una caricatura donde un diablo le decía a otro: “Durante décadas nos preocupamos de que México se colombianizara, pero ahora nos da terror que el infierno se mexicanice”.

Este País está sumido en un baño de sangre donde el terrorismo criminal ya rebasó por mucho al terrorismo de Estado desplegado por algunos países durante la Guerra Fría contra las guerrillas comunistas, sólo que ahora en un Estado fallido el terror lo ejercen vulgares delincuentes con el propósito de traficar, extorsionar, violar y aniquilar ajenos a cualquier ideología política.

Y es que las masacres, los mutilados y colgados son parte de ese terrorismo criminal ejercido con las armas del terror: Fusiles de asalto, lanzacohetes, granadas, vehículos blindados y artillados. Los granadazos en Guaymas y los colgados de Zacatecas son actos de terrorismo.

Muchos factores abonan a la violencia pero, sin duda, el exceso de armas en manos de delincuentes es la causa del terror. Aquí hemos clamado por el desarme de los civiles en México. Cosa que se antoja imposible sin medidas draconianas extremas, con leyes muy severas al punto de abatir a los que no hayan entregado las armas en un plazo determinado.

Artilleros expertos deberán abatir a asaltantes armados. Grupos “Sniper” y francotiradores deberán operar en defensa de la población. Parece absurdo pero se tendrá que llegar a ese extremo. No guerra sucia sino lucha extrema antiterrorista. Ya lo hicieron los británicos contra el IRA, los GAL contra el terrorismo vasco y lo hace Israel contra Hezbolá.

Porque en este México sangriento ya padecemos lo que Vallejo criticó de su Colombia asesina: Una casta criminal poseída de una vileza brutal y despiadada. Ésta es una nueva raza asesina, vengativa, traicionera y viciosa; la peste humana en su más extrema maldad.

Ese recurso inútil de demandar a los fabricantes de armas de USA es una vacilada. Porque jamás podremos combatir algo tan sacro para ellos como es la Segunda Enmienda de su Constitución (armamentismo), uno de los más profundos “sentimientos” de su nación.

Ellos siempre han vendido armas a facciones de este País. Por eso, cuando Javier Coello Trejo (PGR) le reclamó a Colin Powell (Estado Mayor USA) que su país estaba armando al narco, el general simplemente le contestó; “Bussines are Bussines”.

Urge pues el desarme de esta nación. Y el único camino es con métodos draconianos extremos. No hay de otra aunque el PAN, de manera irracional, promueva controversias constitucionales contra la militarización que ellos mismo iniciaron con Felipe Calderón.

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