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Los “Maletas” de Brooklyn

Brooklyn_Dodgers_1955aPor dos razones se escribió en esta ocasión, no de una estrella de beisbol, sino de uno de los más grandiosos equipos que en este deporte ha existido: los Dodgers de Brooklyn. La primera razón es para dar respuesta a un amigo que hace unos días me invitó a tomar café, con el claro deseo de hacerme un favor y a quien no pude convencer con mis explicaciones sobre el mote con que se conoció a mediados de siglo pasado a los Dodgers, que en aquella época jugaban en el Condado de Brookliyn, parte importante de la ciudad de Nueva York.
Muy ceremonioso mi estimado amigo sugirió que al estar colaborando en El Demócrata, periódico de aparición semanal de Coahuila, se me presentaba una gran oportunidad corregir el mote con que en mi libro “Solo en Nueva York”, menciono a los Dodgers de Brookliyn, pues según mi apreciable camarada, yo nombro al equipo como “Esquivadores” y lo correcto, sostiene mi amigo, debe ser “Estivadores”.
Inútiles fueron las explicaciones y con sonrisa casi burlona mi invitado y muy respetado compañero prefirió cambiar de tema sin que yo lograra convencerlo de que el término estaba bien usado y que quien estaba en un error era él.
La otra razón es, como lo digo en mi libro de referencia, donde incluyo dos capítulos sobre beisbol, es porque los Dodgers de Brooklyn era mi equipo favorito desde que tenía yo la edad de 13 años, no solo porque fue el club que abrió las puertas a los jugadores de color para brillar en las Ligas Mayores, sino porque a mi juicio formaban uno de los más grandiosos equipos de todos los tiempos y por verlos jugar, en 1953 abandoné mis estudios de aspirante a ingeniero, que cursaba en el Instituto Politécnico Nacional de la Ciudad de México.
En 1961, los Dodgers de Brooklyn hicieron por primera vez su presentación en la Serie Mundial y fueron derrotados por los Medias Rojas de Boston cuatro contra uno. En 1920 vuelven al Clásico de Otoño para caer nuevamente por cinco juegos a dos, ahora frente a los Indios de Cleveland. Pasaron 21 largos años para los Dodgers volvieran a la gran fiesta de postemporada y en esta ocasión fue para perder nuevamente ahora frente a los Yanquis, capitaneados por Joe Dimaggio que los derrotó cuatro juegos a uno y además les dejaron los motes de “maletas” y ” vagabundos” con el que fanáticos neoyorkinos y de todo el país los conocieron durante muchos años. Y el mote les quedó al dedillo, y si no, juzgue el lector de esta remembranza. La serie se inició el primer día del mes de octubre de 1941 en el Yankee Stadium con el triunfo de los “Bombarderos” de tres carreras contra dos. Al siguiente día, los Dodgers emparejaron la serie al obtener la victoria con idéntico marcador.
La serie pasó al estadio de los Dodgers en el Condado de Brooklyn al sur de la gran ciudad y todo parecía indicar que los locales se encaminaban hacia una importante victoria, pues su estelar lanzador Freddy Fitzsimmons mantenía a los Yanquis en cero carreras hasta la séptima entrada, en que fue golpeado en una pierna por fuerte batazo que lo obligó a abandonar el montículo. Ahí se escribió la historia.
Los Yanquis hicieron dos carreras en el octavo inning y obtuvieron la victoria con marcador final de dos a uno para tomar ventaja en la serie. Al día siguiente, los Dodgers prácticamente emparejaron los cartones cuando con ventaja de 4 carreras a tres en la novena entrada y a un solo strike de la victoria fueron humillados por la máquina neoyorkina. El espigado jardinero de los yanquis. Tommy Henrich abanicó el tercer strike y los fanáticos de Brooklyn empezaron la celebración porque pensaban que l juego había terminado con una victoria para su equipo. Pero sucedió lo inesperado, de pronto todos vieron al bateador que corría desesperado hacia la primera base. La bola se le había pasado al receptor de los Dodgers Mickey Owen, quien ese día cometió el error más costoso de su carrera.
Con hombre en el primer cojín, vino a batear Joe Dimaggio, quien disparo un sencillo, lo siguió Keller con doblete y Dickey recibió la base por bola para que viniera Gordon a limpiar a los esquivadores, quienes desde ese día les llamaron “maletas” y “vagabundos”. Los yanquis se fueron arriba en la serie tres juegos a uno y al siguiente hundieron a los alicaídos Dodgers derrotándolos con marcador final de tres carreras a una para obtener la Serie Mundial.
Mickey Owen, el gran cátcher que para deleite de los aficionados mexicanos vino a nuestro país a demostrar su enorme clase en la Liga Mexicana, vivió siempre con el estigma de ese tercer strike que se le pasó por entre las piernas en el cuarto juego de la Serie Mundial de 1941. Cuando los amantes del beisbol lo recuerdan solo hablan de ese fatal incidente y se olvidan que fue un grandioso jugador que ayudó mucho a que los Dodgers llegaran al Clásico de Octubre.
Con la etiqueta de MALETAS los esquivadores volvieron a la Serie Mundial en 1947 para caer nuevamente ante los Yanquis por cuatro juegos contra tres. En 1949 los poderosos “Mulos de Manhattan” los volvieron a derrotar cuatro juegos a uno y otra vez fueron humillador por los mismos Yanquis en 1952 y 1953, primero por cuatro juegos a tres y luego por cuatro a dos. Los bombarderos de Bronx les tenían tomada la medida y todo era el recuerdo de aquel terrible strike que se le coló a Owen. Después de las cinco derrotas consecutivas en Serie Mundial ante los Yanquis, los Dodgers volvieron al clásico en 1955. En esta ocasión formaban parte de uno de los equipos más poderosos de todos los tiempos con Guillisam, Reese, Snider, Robinson, Campanella, Furilo, Hadges, Hoak y el cubano Amoros, además de los tremendos pitchers Johnny Podres y Don Newcombe que encabezaban un cuerpo de lanzadores que ese año se cubrió de gloria, pues no solo derrotaron a los odiados Yanquis por cuatro juegos, tres, sino que lo hicieron en forma dramática y en el Yankee Stadium.
La serie empezó en el estadio de los Yanquis que ganaron los dos primeros juegos, luego pasó a Brooklyn donde los Dodgers se fueron adelante al obtener tres victorias consecutivas. Los equipos regresaron al Yakee Stadium donde los “mulos” obtuvieron el sexto juego y todos pensaron que seguiría el maleficio con otra derrota de los Maletas. Pero el séptimo y último juego fue para los Esquivadores que así obtenían su primera serie mundial después de siete fracasos. Ese día, el cubano Sandy Amoros se cubrió de gloria al atrapar con una sola bola un tremendo batazo del cátcher y de los yanquis, Yogi Berra que de haber caído de hit habría cambiado el resultado de la serie.
Después, los Dodgers pasaron su franquicia a los Ángeles y en 1963 humillaron a los poderosos Yanquis al limpiarlos en cuatro juegos consecutivos. Eran los tiempos de Podres, Drysdale y el inmenso Sanddy Koufax. Desde entonces ya nadie los conoce como los Maletas, ni siquiera en Brooklyn. Luego vino el grandioso Fernando Valenzuela quien también le cobró la factura a sus eternos rivales, los Yanquis de Nueva York a quienes derrotó en el tercer juego de la serie de 1981 para regresar a su equipo a la pelea, toda vez que los “mulos” se habían apuntado los dos primeros juegos en Nueva York.
Ese clásico lo ganaron los Dodgers en seis juegos y continuaron por la senda del triunfo durante varios años.

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