La grandeza de los Yankees de Nueva York por casi cuatro décadas, se debió sin duda al hecho de que en sus jardines siempre había un bateador de gran poder que empujaba a los “Bombarderos” hacia la victoria. Siempre hubo un líder, una inspiración.
Primero fue Babe Ruth que junto con Lou Gehrig formó el uno- dos más explosivo del beisbol de cualquier tiempo. Cuando se apagaba la estrella del “Bambino”, el portentoso Gehrig siguió desforrando las pelotas que enviaba con mucha frecuencia por encima de las bardas.
Antes que el “Caballo de Hierro” declinara en su brillante carrera, apareció el “Yankee Clipper”, Joe Dimaggio procedente de la liga Costa del Pacifico, y cuando el jonronero dejó el jardín central hizo su aparición el tremendo Mickey Mantle; un inválido sorprendente y grandioso.
Dios le dio a Mantle todo lo necesario físicamente para llegar a ser el más grandioso pelotero de todos los tiempos, pero para su desgracia, también parece que se acumularon en él todas las lesiones físicas que puede sufrir un jugador.
Sus piernas se volvieron tan frágiles y delicadas, que los cronistas de aquella época solían afirmar que era más fácil encontrar a Mickey en un hospital que en un campo de juego.
Los récords registran 538 cuadrangulares del potente bateador en temporadas regulares y 18 en series mundiales, donde implantó varias marcas que todavía están vigentes como el de más jonrones conectados por un jugador. Muchos de sus batazos son considerados como los más largos en la historia de los estadios en que fueron conectados. El ha sido el único bateador capaz de rebotar una pelota en la marquesina del tercer piso del Yankee Stadium para un limpio jonrón que todavía es recordado como gran hazaña por los viejos aficionados.
En 1956 obtuvo la triple corona de bateo y durante cuatro años fue el campeón jonronero y de slugging de la Liga Americana. Tres veces fue nombrado por los cronistas deportivos el jugador más valioso y durante diez temporadas alcanzó porcentajes de bateo arriba de los 300 Durante su brillante carrera.
Mickey Mantle fue seleccionado 20 veces para el juego de las estrellas y conectó 2,415 imparables en el curso de su portentoso paso por los campos beisboleros.
Todo lo que Mantle hizo en los diamantes se agiganta cuando nos enteramos que tuvo una vida llena de lesiones. No se sabe qué uso más en los años de su grandiosa carrera, si el bat o las muletas. Los aficionados lo mismo recuerdan sus fotografías en las primeras planas de las secciones deportivas de los periódicos como con grandes muletas entrando o saliendo de un hospital.
El 8 de octubre de 1956 Don Larsen, el espigado lanzador de los Yankees escribió su nombre en los libros de récords de las Ligas Mayores; ese día el pitcher de los movimientos raros hilvanó el único juego perfecto que se ha visto en serie mundial al blanquear a la poderosa batería de los Dodgers de Brooklyn y además sin dejarlos conectar ni un solo hit. Ese día Mickey Mantle descargó un jonrón para la anotación final de dos carreras a cero y salvó milagrosamente el sin hit ni carrera al atrapar en forma sensacional en el jardín central un tremendo batazo de Gil Hodges, el primera base de los “Vagabundos”, que llevaba toda la etiqueta de imparable. En los momentos difíciles e importantes del club, siempre surgía la figura del grandioso jugador.
Mantle fue jugador calve de los Bombarderos del Bronx durante toda su carrera. Emocionó a los aficionados cientos de veces con sus espectaculares jonrones que fueron decisivos para el marcador final. Quien esto escribe tuvo la oportunidad de verlo jugar en los primeros años de su meteórica carrera.
En 1954, los grandes cristales de las tiendas neoyorkinas, se veían tapizadas de enormes carteles con la imagen del coloso que llegó a los Yankees para inyectarles nueva vida. Por todas partes se veía a Mickey Mantle sosteniendo cinco enormes bates entre sus poderosas manos, señalando para todos los rincones de los estadios de la Liga Americana. Ese mismo año, retorno del frente de guerra, el fabuloso Willy Mays para llevar a los Gigantes de Nueva York al campeonato y después a la conquista de la Serie Mundial sobre los Indios de Cleveland: equipo en el que militaba nuestro paisano Beto Ávila quien fue campeón bateador de esa temporada.
Una de las series mundiales más emocionantes en toda la historia de este deporte, lo fue sin duda la de 1964 que enfrentó a los Yankees y los Cardenales de San Luis. En el tercer juego de la serie, el score llegó empatado a la novena entrada en que los Pájaros Rojos fueron retirados sin anotación. Tocó el turno de batear a los Bombarderos del Bronx y cuando Mantle se paró en el plato, el manager de los Gigantes trajo a lanzar a su estelar pitcher de la bola de nudillos Barney Schults.
Los más de 65 mil aficionados que abarrotaron el estadio ese día, le pedían al bateador de los Yankees que conectara uno de sus espectaculares cuadrangulares. El portentoso inválido no los defraudó y con su poderoso swing hizo volar la pelota hasta el tercer piso del estadio para apuntarse su jonrón número 16 en series mundiales, rebasa a Babe Ruth en este departamento y darle el triunfo a su equipo. Así respondía Mantle a la hora buena.
En esa misma serie, con el juego empatado a una carrera, Roger Maris y Mickey Mantle, conectaron jonrones consecutivos contra Curt Simmons. El Center Fiel de los Yankees aumentó a 17 su número de cuadrangulares en serie mundial, para establecer un récord incansable. Además, los fanáticos se volvieron locos con la demostración de poderío de los dos hombres de la “M”: Maris y Mantle, que le hacían recordar a la mancuerna formada por Lou Geherig y Babe Ruth en otros tiempos.
En el séptimo y último juego, jugando como el anterior en la ciudad de San Luis, Mantle descargó su cuadrangular número 18 para ampliar el récord establecido apenas unos días, no obstante, eso fue suficiente y los neoyorquinos cayeron ante los cardenales.
Los fanáticos recuerdan las grandes hazañas de Mickey Mantle, pero a la vez, no pueden olvidar que todo lo que hizo, lo logró siendo prácticamente un inválido. Todos se preguntaban hasta donde habría llegado el portentoso jardinero central de los Yankees si las lesiones no lo hubieran perseguido durante su brillante carrera.
Sin duda alguna ha sido el pelotero que más accidentes sufrió en su paso por el beisbol profesional de los Estados Unidos. Si acaso hay otro que haya sufrido como él tantas lesiones, con toda seguridad no logró las marcas que dejó el INVALIDO SORPRENDENTE.
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