Aquella calurosa mañana del 7 de junio de 1926, los habitantes del tres veces heroico puerto de Veracruz en el Golfo de México, ni remotamente pensaron que ese día vería la luz primera en una modesta casa de ese lugar. Quien con el paso del tiempo, se convertiría en el más grande jugador de beisbol de México y el primer latinoamericano en alcanzar el título de bateo en el mejor beisbol del mundo: las Ligas Mayores de los Estados Unidos de Norteamérica.
Roberto Francisco Ávila González (Beto Ávila) demostró desde sus años de estudiante de secundaria, una especial habilidad para el juego del bat y la pelota, un constante y poderoso bateo y sobre todo una firme determinación de trinfo, que lo llevó al estrellato en todas las ligas de beisbol donde jugó. Sin duda alguna, el fue un Mexicano Valiente que superó todos los obstáculos, entre ellos, la absurda discriminación de los estadounidenses, para demostrar ante propios y extraños que los mexicanos, cuando se lo proponen, tienen calidad y el coraje para ser tan buenos como cualquier otro deportista del mundo.
Lo mismo en su natal Veracruz, como en la Liga Mexicana con los Pericos de Puebla, así como en la potente Liga Cubana. Beto Ávila mostró su casta de campeón. Con su indiscutible calidad, el gran Beto se ganó, como nadie, la admiración de los aficionados y el respeto de los jugadores rivales. Nació para triunfar y en verdad que lo hizo con grandeza. Sin duda alguna, su mayor proeza fue haber conquistado el cetro de bateo con los Indios de Cleveland en 1954 con un consistente porcentaje de 341 puntos y heber llevado al equipo a la serie mundial ese año.
En 1947 a los 21 años de edad, conquistó el título de bateo de la Liga Mexicana de3 Beisbol, vistiendo la franela de los pericos de Puebla. Antes por una pestaña (como lo dijo en ese entonces uno de los más grandes comentaristas del beisbol: Buck Canel) se le escapó la corona de bateo de la potente Liga Cubana, que finalmente quedó en manos del norteamericano Lou Klein, quien fuera estrella en esa época, de las Ligas Mayores de Beisbol de los Estados Unidos de Norteamérica.
Beto Ávila nació para triunfar y así lo demostró cuando los Indios de Cleveland lo llamaron en 1948 de su sucursal, que en ese entonces eran los Orioles de Baltimore, para que cubriera el lugar que dejaba el grandioso, Joe (Flash) Gordon, quien en las postrimerías de su brillante carrera, requería de un buen sustituto en la segunda base de los Indios de Cleveland, que en AQUELLOS TIEMPOS se perfilaba como uno de los mejores equipos de la Liga Americana.
El primero de mayo de 1949, Beto Ávila debutó en la Gran Carpa y desde ese día se convirtió en pieza importante. Jugó once temporadas con Cleveland y los fanáticos de esa industrial ciudad, todavía recuerdan el electrizante y valiente mexicano que llenó toda una época de triunfos y grandes emociones.
Participó en 1300 juegos y acumuló un porcentaje global de 281, conectó 80 cuadrangulares y empujó al plato 467 carreras, Formó parte de un grandioso equipo que incluía a Larry Doby, Lou Boundreau, Al Rosen, Wertz, Smith, Mitchell, Hegan y un brillante cuerpo de pitcheo comandado por el tremendo Bob Feller, Bob Lemon, Early Wynn, Mike García, Don Mossi y Ray Narleski.
Al concluir su ciclo en las Ligas Mayores, Beto Ávila regresó a México para terminar su carrera en la Liga Mexicana. Se unió s los Tigres capitalinos y los llevó al campeonato. La afición azteca, nunca olvidará el gesto noble del valiente mexicano que antes de retirarse del beisbol, los deleitó con su grandioso juego.
Ávila ingresó al Salón de la Fama del beisbol mexicano en 1971. Sus hazañas se pueden recordar en la galería de los inmortales de este recinto que está en la ciudad de Monterrey y tal vez algún día la legendaria aldea de Cooperstown, Nicho de los inmortales del mejor beisbol del mundo, le hagan justicia a ese VALIENTE MEXICANO que por méritos propios merece estar en ese lugar.
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