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¿Y la autoridad encargada de evitar fraudes y engaños?

BREVE INTRODUCCION.- Estas líneas comenzaron a publicarse en 1973 en Naucalpan de Juárez México con la mejor intención y en búsqueda de personas de condición semejante. De manera que el largo recorrido lleva 42 años, a partir de La Opinión del Estado de México y Acontecimientos, como su hermano Acontecer, con corta participación en Rotativo, de la capital del país.
Luego Meridiano en Toluca, Revista Telegrama Político del Estado de México.
Finalmente, en la capital de Coahuila, colaboraciones en El Sol del Norte desde 1990. El Heraldo de Saltillo de ese año al de 1994 y a partir de entonces en El Demócrata.
teleEL IDIOMA MODERNO.
Además de los naturales neologismos dictados por el devenir del tiempo y el aumento de relaciones internacionales, es de protestar por la adopción de términos que son innecesarios por contar el castellano con abundancia de expresiones.
Pero es de recordar también que a finales del siglo pasado, pero particularmente en su medianía, estaba vedado para la mayoría de personas de buenas costumbres, que ciertamente eran la mayor parte, el uso de palabras groseras, vulgaridades, decir leperadas y hablar de sexo. Todo ello quedaba fuera de los hogares y se abstenían las personas decentes, honorables o que pretendían serlo, de utilizar esas expresiones y temas.
Claro que las vulgaridades y término corrientes eran conocidos de sobra, aún de los niños pequeños, pero no las usaban, sino las dejaban a la gente sin educación ni escolaridad. No habían sido adoptadas, hasta que algunos escritores modernistas, ambiciosos y arribistas, comenzaron a hacerse célebres con el «nuevo» léxico y consiguieron la forma unos cuantos y el ansiado por qué.
No todos los escritores adoptaron el modelo, pero su ejemplo cundió y se extendió como pólvora a través de los comentaristas de radio y televisión, la prensa escrita.
Con lo cual contribuyeron a viciar el lenguaje antes comedido, cuidado, preciso, elegante, aún rebuscado en ocasiones, pero tolerado y hasta admirado.
Los principales agentes, además de el cine, el teatro, son los encargados de los comentarios televisados, a quienes hay que adjudicar que han olvidado utilizar los tiempos y modos de los verbos, lamentablemente, porque su influencia actual es superior a la ejercida en el sistema escolar.
Por ejemplo, ignoran, quizá deliberadamente que «regresamos» significa que se ha llegado, que se volvió, no se habrá de producir en lo futuro, «regresaremos».
No cuidan la corrección de los comerciales en sus mensajes, como que los precios se refieren a una cantidad distinta de la que le corresponde al producto, que las ofertas no son tales, lo que podría calificarse de fraude, no solamente de mentira. Como esto, en los aparatos, fajas, complementos alimenticios que resultarían mágicos, como los famosos pueblos.
Imposibles de entender otros, como las fibras de una almohada, más delgadas 100 veces que un cabello cuando lo más delgado que puede ser es la parte más pequeña que puede imaginarse del mismo cabello o cuando más solo una vez tan delgado como él.
O bien la televisión analógica, que no guarda relación de semejanza con otra digital, sin explicar en que consiste la una y la otra televisión, que gracias a la autoridad del gobierno, se ha obligado a sustituir, desechar o cambiar por otra nueva.
Hubo autoridades encargadas de proteger el uso del lenguaje, como se dice que existen las encargadas de evitar los fraudes y los engaños, pero en fechas recientes no se percibe sino en mínima parte la existencia, especialmente en la medicina.
Suponiendo sin conceder, que hubieran desaparecido las tales instancias protectoras de la cultura y de los intereses del público, no dejaron rastro de ello, como debiera ser, en algo de ética en cada una de las actividades que se desarrollan en relación con el susodicho público.
ABUSO PUBLICITARIO.
Los mencionados comentaristas o sus productores, han copiado la fea costumbre de algunos políticos de hacerse publicidad de manera desmedida. Bajo el criterio de que las obras deben darse a conocer, como dijera un inminente maestro de la administración y la política, a la manera de la gallina, que cacarea cada vez que aporta un huevo; y sin embargo hay muchos que nada ponen pero pregonan como si lo hubieran hecho y a esto es a lo que se refieren estas palabras.
Los mejores locutores, dicen, repiten, cantan, ilustran con imágenes, pero lo que debieran cuidar es que los adjetivos utilizados sean correctos, sean ganados con trabajo, elegancia, puntos de vista inteligentes, a los que les escatiman espacio y cabida. La mejor política son las obras y buenos servicios, los mejores programas son útiles.
Posiblemente para convencer como cuando venden una mercancía, cualquiera, que la vos no es precisamente cualquier cosa, sino una especie de firma y de compromiso con los oyentes, que son los financiadores de sus carreras.
Desde el punto de vista económico, las difusoras podrían orientar a sus colaboradores en ese especial sentido, mejorar la calidad, el contenido de sus colaboraciones, porque podrán ofrecer más cultura a su público y mayor atractivo a su canal y a sus clientes actuales y potenciales.
Y viene a la memoria el tiempo viejo de la XEW cuando fue la voz de la América Latina desde México, cuyos programas eran muy atractivos, las voces, rigurosamente calificadas y justamente las mejores de la radio, sus concursos inteligentes y han ido desapareciendo.
Voces destempladas, agudas hasta lastimar, graves al grado de entenderse con dificultad y los rostros y vestimentas, que no eran indispensables en la radio, podrían mejorarse, para bien de los canales y sus adictos.
REFORMA O RETROCESO.
Pareciera que en los textos anteriores hay un mensaje oculto, que consiste en recomendar la utilización de valores, de principios olvidados y que antaño fueron, pero será así, siempre y cuando sean legítimos y deseables, como debe de ser.
Si cambian el ocio por el trabajo.
Practicar invariablemente el pensar y analizar, por duro que sea al inicio, hasta encontrar que es un pasatiempo divertido.
Buscar el patriotismo sistemáticamente porque se viene perdiendo en la campaña económica globalizadora.
Recuperar también el lenguaje heredado, sustituyendo los términos altisonantes o importados, como medio de conservar la identificación mexicana, que sin sentirlo está degenerando, perdiéndose.
Pero la tarea principal está al alcance de los medios de comunicación, que cuenta con amplia nómina, selecto personal, tan calificado como requiere, capaz de depurar la programación, aumentándola con materiales mexicanos (0mexicanistas) con el buen fin (valga la repetición del mensaje no tan convincente) de reducir los tendenciosos que llegan del extranjero inapropiados para este medio.
Por su abundancia de hechos delictuosos, secuestros, robos con jugosas ganancias, asaltos, alcoholismo, adicción a drogas, negocio este de suma rentabilidad el tráfico de estupefacientes.
La destrucción de familias como lo más natural del mundo el homosexualismo igualmente tratado como cosa normal.
El vandalismo, como práctica normal aunque en su país de origen lo persigan violentamente, calificado allá de terrorismo, pero sin limitaciones de sus organismos de derechos humanos, que lejos de sus fronteras esos derechos humanos son medio que ata las manos y las inteligencias de los cuerpos policiales y jurídicos.
En fin, que tal escuela no es conveniente aquí y resulta demasiado cara. Sin olvidar los cohechos y sobornos, que persiguen los industrializados, pero promueven sus satélites.
Las reglas para manejar el idioma correctamente, estuvieron a cargo de dependencias oficiales, pagadas por el pueblo como debe ser, no se vigilan en su cumplimiento, con lo que se sospecha dejaron de ser pagadas. Este abandono se considera serio, importante de recuperar, pero el cuerpo calificado para hacerlo es justamente el de los medios comunicadores, así que recordar las normas respecto a género, masculino y femenino, sus excepciones; al número, singular y plural.
El programa para reducir, evitar las leperadas, los errores en mensajes publicitarios, son elementos que estarían en las mejores manos y mentes, de los empleados de los medios comunicativos y su tarea la harían con eficiencia.

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